El pardo - Relato (5)

in OCD3 years ago (edited)

Buscó a la niña con la mirada. Había salido corriendo detrás de una gallineta que se escondió, asustada, entre la enea, y ahora volvía entre risas.

-Mmm, niña...

-¡Me llamo María! ¡Si ya te lo he dicho!

-María, niña, ¿la gente de tu aldea sirve a los caballeros calatravos?

La niña lo miró, sin comprender.

-No sé qué son «calatravos», pero nosotros no vivimos en la aldea. La aldea está más lejos, en la otra orilla. Mira, allí a lo lejos, por donde el camino. Allí sí que se ven a veces hombres con mulas y caballos. ¿Esos son los caballeros?

-¿Entonces no servís a ningún señor?

María arrugó la nariz y se encogió de hombros.

-No sé.

La niña volvió a su trotecillo.

-¿Sabías que hay una isla allí, a lo lejos, a donde pasan nadando los asnos? No se ve ahora porque hay mucha niebla.

Aquello sí que había sonado interesante. Le vendría muy bien hacerse con un buen rucio.

-¿Y cómo…?

La niña lo interrumpió. Se había plantado delante de él con el brazo levantado.

-¡Para, para! Escucha… ¡Tui, uit, uit, uit! ¡Es un andarríos! ¡Vamos a buscarlo!

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-No, no, espera. ¿Por qué no seguimos hablando? Y luego te cuento yo historias que me han pasado.

Nuño no se rendía, quería seguir sonsacándole información. Ella sopesó la oferta, muy seria, con los brazos en jarra. Luego volvió a sonreír.

-Vaaaale. Pero tienen que ser historias bonitas de esas de las princesas moras.

El hombre alzó los ojos y suspiró. Se volvieron a poner en marcha.

-¿Y dónde están tus hermanos mayores? ¿Se fueron a pescar con tu padre?

La niña brincó sobre unas grandes piedras para vadear un paso cenagoso antes de contestar:

-No tengo hermanos; siempre hemos vivido mi padre, mi mamá y yo. Hasta que mamá se fue.

Nuño sonrió para sus adentros. Quizá la cosa fuese mejor de lo que había pensado. De todos modos, debía ser cauto. Sus únicas armas eran, ahora, el cayado y el cuchillo. No creía que tuviese problemas para imponerse a un hombre adulto, sobre todo si lo pillaba desprevenido. Pero no debía olvidar que la frontera era tierra de hombres duros y bravíos. Y él no pasaba por sus mejores momentos.

La voz de la niña lo sacó de sus pensamientos por unos instantes. Había perdido su jovialidad de repente. Nuño alzó los ojos y vio que no sonreía.

-Yo la quería mucho, ¿sabes? A mi mamá. Era muy guapa, me contaba muchas historias y me enseñaba muchas cosas.

-¿Sí? Qué bien.

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Autor: Javier G. Alcaraván (@iaberius)

La imagen está una modificación una obra de Juan Gallego (@arcoiris), que me ha dado permiso para hacerlo.

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¿Dónde compro el libro?

Esta noche leí la parte 3, 4 y 5... Y quiero más... Quiero saber que pasa... Escribe, rápido, escribe, escribe...

¡Sí, jefa!

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