A Torment-Arte –Selección # 5

Allá, en la antigua frontera del Duero, que separaba en la Edad Media la España musulmana de la España cristiana, una tierra ofrece sus maravillosas perspectivas y el insuperable cromatismo de sus pueblos y ciudades.

Esta tierra, ésta antigua demarcación defendida a cal y canto por dos pueblos enfrentados en el nombre de Dios, se llama Soria.

Y Soria, además de ser celtíbera hasta la médula de los huesos, goza de las características del pintoresquismo de los pueblos castellanos y la solariega plenitud de los vientos del norte.

Por eso, y por mucho más, forma parte de Castilla y también de León, recogiendo lo mejor –y a veces también lo peor- de ambas Comunidades.

Pero quizás sea, en esas raíces castellanas, donde la arcilla proporciona a los campos intensas tonalidades sanguinas, donde mejor puede apreciarse ese intenso y a la vez enriquecedor cromatismo, que resalta mucho más, cuando tiene como color de fondo la tonalidad grisácea de la tormenta.

Pues en ese intervalo, cuando la lucha entre la nube intempestiva y el sol empeñado en hacer valer sus derechos está todavía por decidir, hay una luz, sin lugar a dudas muy especial, que tiñe de fantasía campos y ciudades.

Unas ciudades, que por lo general, se alimentan de la piedra, la arcilla y el adobe y por lo tanto, gozan de las cualidades perfectas y necesarias para este tipo de aventura sensacional, que desde luego, queda sobrenaturalmente remarcada en toda su amplitud.

AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual.

091012%20-%20Soria%20-%20032_JPG_copia.jpg