Tu partida me regaló a Dios (relato corto)

in Literatos3 years ago

loveconceptrepresentedbyhandsextendedtoeachother.jpg

Fuente


Me desperté bruscamente, como si una voz me llamara. Sin perder instante alguno apresuré cada paso para estar a tu lado. No quería que el tiempo me faltara pues tu partida física era inminente y cada minuto que pudiese compartir contigo lo atesoraría en el tiempo junto a todo el amor que me entregaste.



Al llegar a ti, vi tu rostro muy cansado pero calmo, no sé si estabas consciente que quedaba muy poco. Tomé tu mano y de inmediato se dibujó en tu cara una sonrisa, ligera pero plácida. Las miradas y el calor de tu mano serían la única forma de comunicación que tendríamos en esta despedida.

Fingí estar tranquila a pesar del dolor que desgarraba cada parte de mi ser pues no soy buena para decir adiós y menos si éste es para siempre.

Tu mano estaba suave pero sin fuerza, sin embargo me aferraba a ella como si fuese un vestigio de cordón umbilical que me mantendría viva. Sin embargo en ese momento tan dual entre mi egoísmo de tenerte conmigo y el amor de dejarte partir, tu respiración se hizo más ligera y supe que ya había llegado el momento de decir adiós.

No fue una partida abrupta, fue lo más parecido al sol cuando alcanza el ocaso, fundiéndose en la noche para un eterno sueño.

Tu último aliento me indicó que no había vuelta atrás pero al ver tu rostro lleno de paz tuve la certeza que ese momento fue liberador para ti y fue justo en ese instante que sentí cómo de tu mano se desprendía poco a poco ese calor al cual yo me anclaba sin lograrlo, ya que se esfumaba entre mis dedos paulatinamente hasta desaparecer por completo.

Ese momento tan doloroso fue a la vez muy sublime pues tuve la convicción que ese calor que se desprendió de ti era tu espíritu que partía de tu cuerpo físico, haberlo sentido tan de cerca me hizo comprobar que hay algo más allá de este mundo donde vivimos, no somos solo materia, hay una energía que habita dentro de nosotros que muchos llaman alma y yo la pude tocar con mis manos.

Cuando miro hacia atrás no dejo de sentir nostalgia por tu ausencia, me hubiese encantado más tiempo por compartir. Hoy ya no siento dolor ni tristeza porque al recordar la sensación de esos últimos instantes de vida comprendo que tu partida me regaló a Dios, me hizo saber que él existe.

Sort:  

Excelente relato, muy bonito. Somos almas encarnadas...

Muchísimas gracias @cuentacuento, es muy cierto tu comentario. Gracias por pasar por aquí y leerme, saludos.