Las tallas de la confianza/ El espíritu de la esperanza

in Literatos3 years ago (edited)

Saludos navideños, amigos.

Hoy quiero dejarles una historia personal. Guardo en alta estima el recuerdo de los momentos en los que puedo apreciar nítidamente la gentileza.

Un acto de confianza es una de las máximas expresiones de esa condición que nos une como humanos, colocándonos en las manos del otro sin más recursos que la certeza de que la grandísima mayoría de los humanos estamos traspasados por la fe, y de allí, por el confiar...

En las épocas navideñas hay un fluir apasionado de entregas, de reafirmación de la amistad y de esperanza. Desde mi punto de vista se produce el reinicio de un aguardar esperanzado sobre cómo evolucionará la humanidad.

Para ello sirven los mejores recuerdos:


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Las tallas de la confianza


Soy del oriente de mi país, de la costa del mar caribe. Para variar, mis vacaciones favoritas, entre todas las regiones del país, son las planificadas en el occidente, particularmente en el estado Mérida, un estado andino precioso, en donde los acostumbrados al sol y al bullicio oriental pueden encontrar una experiencia completamente diferente.

Realizamos una visita de siete días que se fueron revelando como pocos para disfrutar todas las opciones que la zona ofrece, desde el encuentro con la nieve y los románticos parajes y pueblos hasta las experiencias la universidad de Mérida ofrece.

Desde siempre se ha dicho que la manera más rápida de conocer a un pueblo es visitando su mercado. Allí fuimos a parar varias veces. A disfrutar sus desayunos, a abastecernos de las frescas frutas y legumbres y a deleitarnos con la venta de un arte popular muy hermoso que combina muy bien los recursos de la zona con una presentación ingenua de su arte.

Yo había estado prendada de las tallas merideñas desde que tengo memoria y en una visita a Mérida no iba a desperdiciar la oportunidad de asistir a una exposición de ellas.

En el mercado de Mérida, bello, perfumado, colorido, atendido siempre muy gentilmente, encontré varias tiendas donde se expone el trabajo de los talladores de la región.

En una de esas tiendas me quedé encantada con el trabajo de recolección de su dueño. No faltaban allí las características de una galería de arte Naif. Había hermosas pinturas, trabajos en cerámica ( a mi me gusta referirme a ellos como el trabajo del barro), y muchas tallas.

Esta visita fue iniciándose el mes de diciembre así que el espíritu de la navidad andaba revoloteando.

Mi vista se fijó en los pesebres tallados en madera y de allí no se quiso despegar, me enamoré de un conjunto de nueve piezas... Había un gran inconveniente. Era un sábado de los de antes (antes de los sistemas de pago por transferencias por internet y de los pagos móviles); yo no tenía efectivo suficiente para cancelar el pesebre, el dueño, por alguna razón, no quería el inconveniente de ir al banco a cambiar un cheque.

Yo había recorrido la pequeña sala, emocionada entre tantos trabajos bonitos, e intercambiado opiniones con el dueño del establecimiento, quien me informaba sobre los artistas y el procedimiento para vender las obras. La mayoría de ellas estaban a consignación, es decir en exhibición hasta su venta, cuando se les cancelaba al artista lo acordado.

Resignada a irme sin las tallas, antes de salir del sitio, me despedí con tristeza de la virgencita tallada y del niño, no había manera de resolver el pago de la obra...

En ese momento el dueño me trajo un café y me pidió que lo aceptara. "Tómese este cafecito con calma mientras envuelvo su nacimiento" me dijo.
Yo le respondí que no podía llevármelo porque debía salir de regreso al día siguiente desde mi sitio de hospedaje en Santo Domingo en la sierra merideña.

El hombre me sonrío y me dijo que él tenía confianza plena en que cuando yo llegara a casa le cancelaría el fiado que me estaba haciendo.
Yo estaba asombrada (mujer de poca fe) no entendía cómo un comerciante podía confiar tan ciegamente en alguien que no conocía y que vivía a mil ciento setenta y siete kilómetros de distancia. Se lo expresé y me dijo: ¿Quién soy yo para desconfiar de usted?

Esta frase se ha quedado conmigo para siempre. Ante una duda ante otro siempre me pregunto "¿Quién soy yo para desconfiar?"
A veces hay razones para hacerlo pero la gran mayoría de las veces no.

Por supuesto, al llegar a mi ciudad lo primero que hice fue ir al banco y cancelar el pesebre. Esa navidad mi familia incorporó mis queridas tallas a nuestra fiesta. Nos referimos a ellas como "las tallas que representan la confianza".

La confianza es la acción individual de creer en un otro que debe llevar adentro el espíritu de amistad, hermandad y fe que dirige a la humanidad para ser cada vez mejores hombres.


Reciban un mensaje de esperanza.

Feliz navidad

#GRACIASPORLEER

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@gracielaacevedo

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Hermosa historia, que para mi alegría se suma a muchas que he escuchado últimamente y mías propias, que hablan muy bien del espíritu de mucha gente, aún en estos tiempos "modernos".

Mi creencia más firme y esperanzada está puesta en esa confianza e inteligencia, @ylich. GRacias por pasar por aquí. Un abrazo de navidad!

Una historia de confianza y gratitud @gracielaacevedo, la verdad es difícil conseguir hoy en día una persona así pero las hay. Abrirse y confiar en la gente es el gesto de humanidad que necesitamos recuperar. Las figuras talladas son preciosas y el recuerdo que las envuelve aún más.

Gracias por pasar por aquí querida @evagavilan2. En esas tallas recuerdo a nuestra preciosa ciudad de Mérida, su mercado y su gente. Además, como cuento representan un gran valor de mi vida: la confianza, la certeza de que, como ha sido, el hombre será cada vez mejor. Yo soy una apasionada de la gente.
TE abrazo en esta navidad.

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