Entrada al Concurso de microrrelato: Aventuras en el mar, de Literatos | El Pescador que fue Azotado por la Borrasca

in Literatos2 years ago


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El Pescador que fue Azotado por la Borrasca

La marea mece la barca donde me encuentro casi dormido. El vaivén fuerte que empieza a arremeter hace que me despierte por completo. Casi olvido que estoy lejos de casa, lejos de tierra firme. Veo que el tiempo empieza a ponerse gris; el cielo se encapota de grandes nubarrones que me alertan de una gran tormenta.

Miro al mar, grande, vasto y su color oscuro me atemoriza un poco. También sé que he de llevar comida a la mesa y que tengo que recoger el sedal y la poca pesca para regresar a la orilla. Tiro del sedal que está sumergido en las profundas aguas y pronto empiezo a sentir las gotas de lluvia caer sobre mi espalda. Me apresuro, porque sé que solo es cuestión de minutos para que caiga la borrasca, pero algo entorpece mis movimientos.

El sedal se escapa de mis manos, algo tira de él. Intento jalarlo con fuerzas, pero se me desliza. La barca se bambolea de lado a lado y el balde con los peces se voltea. Tropezando con ellos, me resbalo hacia atrás y me doy un golpe en la cabeza que me deja aturdido por unos segundos.

De pronto, oigo un suave traqueteo, o tal vez y leve graznido, muy cerca de mis oídos. Me giro, aun intentando salir del atontamiento, y veo a los peces quienes me miran boqueando, sus branquias expandiéndose y sus ojos desorbitados. De pronto, sus cabezas empezaron a transformarse en pequeñas cabezas de niños. Rápidamente, me levanto y me coloco sobre la madera de apoyo del bote.

—Déjanos ir. —Lloran las cabezas de niños con colas de pescado.

En mi cabeza me repetía que nada era real, que solo era una alucinación. Solo era algo que estaba en mi imaginación.

De pronto, una de las cabezas me muerde un dedo del pie, y así le siguen las demás saltando hacia mí. Me estaba volviendo loco. La lluvia entonces llega con furia, y los relámpagos y truenos hacen acto de presencia. Despierto entonces. Todo había sido un desvarío por el golpe. Los peces seguían esparcidos en la barca, pero al poner vista al mar que salpicaba por la lluvia, veo que un centenar de peces muertos flotaban en las aguas indomables.

El sedal ha desaparecido, y el miedo se apodera de mi cuerpo. Decido que ya no quiero ser pescador y tiro los peces que tenía en la barca de vuelta al mar. Arranco el motor del bote, y con la lluvia golpeándome el rostro, me dirijo a tierra firme.

Gracias por leer.

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El mar puede ser un lugar sofocante para quien no es mentalmente fuerte. Lo que vive el protagonista con los peces me hace pensar en cuántas historias de mar serán producto de un mal golpe jajaja.

Jajaja. Yo personalmente le tengo temor al mar, su vasta inmensidad me aterroriza grandemente. Aunque eso también me inspira para escribir estos cuentos. Gracias por comentar, @gabmr.