José era un pequeño que vivía en una ciudad, lo que más le gustaba era pasar todo el día durmiendo o jugando en su celular. El sabia que a su familia no le gustaba que tuviera una vida de ocio,pero a José le gustaba la comodidad y facilidad que llevaba.
Un día su familia salió a dar un paseo por el parque, José quiso descansar un rato y cuando se dio cuenta, su familia se había desaparecido, y entonces entendió que estaba perdido. Para cuando se levanto del banco donde estaba descansando y al levantar su mirada observo fijamente los arboles y vio una pequeña criatura que caminaba rápidamente, José trepo inmediatamente el árbol, hasta llegar acercarse y pudo darse cuenta que era un pequeño duende gruñón, el duende iba peleando y refunfuñando, y no se dio cuenta que José lo estaba mirando.
El duende iba saltando y gritándole a José, que lo dejara en paz y tranquilo, y al saltar una vez no se dio cuenta, que una de las ramas del árbol estaba rota, y justo en ese instante salto sobre ella, pero José reacciono rápido y evito una tragedia, gracias a que pudo atraparlo antes de que cayera al piso.
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Cuando por fin bajaron al suelo el duende le pido disculpas a José por tratarlo muy mal, y le agradeció por salvar su vida, en ese mismo momento aquel pequeño duende le dijo que como símbolo de su agradecimiento debía llevarlo hasta su aldea, y mostrarle el objeto más preciado y mágico que su tribu poseía “El reloj de todos los tiempos”.
José acepto la invitación y partió a caminar junto con su nuevo compañero, pasaron muchas horas caminando atravesando montañas y torrentosos ríos, hasta que por fin llegaron a una pared, repleta de hojas verdes con una minúscula puerta de madera, pero antes de atravesarla ya José escuchaba a través de las paredes el sonido del tic,tac,tic,tac.
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Al entrar José vio un gran reloj, y el duende le explico -.Escúchame bien muchacho, cada diez minutos gracias a la magia del tiempo que otorga este reloj, aparecerán regalos increíbles y se cumplirán los deseos de todas las personas que estén frente a él al sonar sus campanas.
José no podía creer aquello que el pequeño duende gruñón le había contado, pero al pasar los primeros diez minutos sonó una campanada y aparecieron unos patines nuevos.
José emocionado por lo que veia, solo pregunto: ¿De verdad son para mí? ¿Me los puedo quedar?
- Si José son tuyos puedes quedártelos, respondió el duende.
José paso un largo rato solo mirando los patines, y por fin se decidió a usarlos.
Pero cuando apenas se los había puesto, de la nada y sin ningún aviso desaparecieron, y quedo descalzo, José quiso molestarse con el duende, pero en ese mismo momento sonó nuevamente la campana y aparecieron en sus pies unos bellos zapatos amarillos que había deseado desde hace mucho tiempo.
Maravillado por sus zapatos nuevos salió corriendo rápidamente, y al dar un par de vueltas otra vez sus zapatos desaparecieron.
Así José fue probando y usando cada unos de los regalos que deseaba, pero nada duraba más de los diez minutos en los que tardaba de sonar la campana. Al primer momento José se puso muy bravo, él quería tener y llevarse consigo todos los regalos y poder disfrutarlos en su casa, pero el duende le explico que eso no podía ser posible, tenía que conformarse con disfrutar el poco tiempo en el que se le concedían sus regalos y deseos, así el niño quiso aprovechar cada oportunidad hasta que lo venció el cansancio y no pudo continuar más.
Se tumbo junto al duende en una piedra a descansar, y el duende le explico que desde que se conocía de la existencia del reloj había funcionado de esa manera: Cada diez minutos daba regalos y concedía deseos, pero a los pocos minutos desaparecían, y le dijo que todos los que se acercaban al reloj al final determinaban que esta era una buena condición, pues era genial que ofreciera algo distinto cada pocos minutos.
Las horas pasaron muy rápido y José recordó que su familia lo estaría buscando, regresaron al parque, y así fue, su madre lo busca desesperadamente y al oír los gritos el duende salió corriendo, pero antes de irse le dijo:
- Ellos no me pueden ver, y mucho menos puedo dejar que en tu memoria queden, recuerdos de donde está el “El reloj de todos los tiempos”. Pero para que no te olvides de mi y como símbolo de mi agradecimiento infinito te daré un regalo.
Le dio una pequeña caja y le dijo:
- Esta es una copia de nuestro poderoso y gran reloj, es igual de mágico y poderoso, te dará todo lo que necesites si aprendes a utilizarlo correctamente, ¡hasta pronto, gracias!
Con la preocupación y el alboroto que se ocasiono cuando lo encontraron, José se acordó de su regalo mucho tiempo después, quiso abrirlo en secreto y cuando lo abrió descubrió que era un reloj de muñeca, miro el reloj y pensó, este viejo duende gruñón ya decía, es imposible que me dieran una copia exacta del reloj de todos los tiempo.
José decidió acostarse y en ese momento empezaron a andar las agujas, y pasar los primeros diez minutos una luz ilumino el cuarto y el reloj inmediatamente se detuvo, lo mismo siguió sucediendo cada vez que pasaban diez nuevos minutos en los que José no había hecho nada.
Sin obtener ningún regalo José se pregunto: ¿Y si los regalos que me otorgo el reloj en aquel lugar son los minutos del tiempo? A eso se refirió el duende cuando me dijo que aprendiera a utilizarlos, y por eso no podía tenerlos todos, porque los minutos y el tiempo no pueden pararse.
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Entonces José pensó en todo el tiempo que pasaba durmiendo y jugando con su celular, ese tiempo ya no volvería nunca, y así decidió aprovechar su tiempo y disfrutarlo, desde ese momento descubrió que cada momento es mágico y agradeció al gran reloj de todos lo tiempo, supo valorar cada minuto y segundo de su vida, a partir de ese día ya no estaba dispuesto a desperdiciar los bellos regalos que le daba el tiempo.
|Contenido Original |Ediciones elaboradas en Canva.com|
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