Las risas de sus amigos del colegio se escucharon con fuerza en el baño de los niños, —Mauricio, ¿tú todavía crees en Santa Claus?, —preguntó uno de ellos—. Santa no existe tonto, el que lleva los regalos a tu casa es tu papá.
El niño de siete años no podía creer lo que decían sus amigos, al llegar a casa le preguntó a sus padres—: ¿Santa Claus es real? —, papá y mamá se miraron el uno al otro—, mis amigos me dicen que él no es real.
Los padres no sabían cómo explicarle a su hijo que Santa Claus no era real, pero tomaron la decisión de decirle la verdad: que Santa Claus no existe. Para Mauricio eso fue una gran desilusión,—no te preocupes Ana, él con el tiempo lo olvidará —dijo el padre despreocupado; sin embargo, Ana, la mamá del niño, pensaba que las cosas no eran tan fáciles.
La tarde del veinticinco de diciembre Ana y Mauricio salieron a hacer unas compras, luego se detuvieron en una venta de comida rápida, bajaron del auto, se comieron unas hamburguesas y compraron otras para llevar, al salir del lugar tres niños de la calle se acercaron a ellos, —deme algo de comer, por favor —dijo uno extendiendo la mano, la mamá de Mauricio, algo asustada, tomó a su hijo rápidamente por el brazo y se metieron en el carro.
En el camino de vuelta a casa se encontraron con la carretera cerrada debido a una fuerte tormenta de nieve, así que tuvieron que regresar y buscar otra ruta para llegar a casa. —No te preocupes hijo, todo estará bien —dijo Ana, luego tomó un gorro de Santa Claus y se lo puso a Mauricio queriendo animarlo—, no te lo quites hijo, se te ve muy bien.
Luego en el camino Mauricio vio, al borde de la carretera, a los tres niños que habían pedido comida a su mamá unos minutos antes, —¡mira mamá, son los niños que tienen hambre! —gritó Mauricio—, vamos a darle comida.
Ana se sorprendió con lo que dijo su hijo, entonces detuvo el vehículo y llamó a los niños, cuando estos se acercaron Mauricio bajó del auto junto con su madre y le dieron unas mantas y bolsas de comida.
—Muchas gracias —dijeron los niños sonriendo, el menor de ellos miró a Mauricio fijándose en el gorro de Santa Claus que llevaba puesto, luego Mauricio se quitó el gorro y se lo puso al niño quien admirado le preguntó—: ¿Tú eres el pequeño Santa, verdad? —Ana dejó salir una sonrisa entrecortada con lágrimas en los ojos al ver la escena de bondad y ternura de su hijo, luego le dio un beso a los niños y les deseó Feliz Navidad.
Que lindo concurso,el cuento es muy tierno,que sería de la navidad sin los niños y los sueños,que nuestros niños interiores nuncan mueran .felices fiestas navideñas.
Hola amiga, felicies fiestas. Gracias por el apoyo, la navidad es más de los niños, ver sus sonrisas mientras esperan a Santa es hermoso.
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