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La única manera de salvar nuestra fantasía es leyendo siempre, esas y todas las nuevas historias como esas. Es no dejando perder nuestro niño interior, nuestro vuelo por los fantásticos mundos de la imaginación; en mi relato, el aviador es cualquiera de nosotros y El Principito es eso, nuestra ilusión fantástica. Gracias @maeugenia por tu lectura.