Hey, Hive
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Había días que parecían interminables, el sudor que surcaba mi frente y nariz era el indicador del constante temor que me atenazaba. Ella se movía entre las sombras, las paredes, se evaporaba en el aire y se materializaba ante mis ojos, no dejaba de vigilarme, atosigarme, invadir mi espacio, acosarme.
Detestaba cómo me hacía sentir, tímido, cobarde, intimidado.
La había conocido en una fiesta, me pareció el chica perfecta para una buena noche, entre tragos, risas, y quizás uno que otro beso, porque era el momento ideal para disfrutar de cosas tan triviales como música, fiestas, amigos, alcohol y romances pasajeros.
Su esbelta figura, esa piel trigueña, aquella barbilla pronunciada, ojos de presa y el cabello un poco húmedo por calor del verano, la hacía lo único deseable de esa noche.
Esa maldita noche.
La atracción fue mutua, lo pude sentir en su sonrisa curvada con promesas silenciosas. En la pista de baile danzamos al ritmo sensual de la música y nos acercamos poco a poco, no necesitamos de amigos en común ni ningún ebrio idiota que nos presentara, el encanto de nuestras miradas era el cómplice ideal para hacer contacto.
Cuando por fin nos movíamos en conjunto, chocando nuestras pelvis con suavidad, apreté levemente sus caderas para obtener un apoyo, y ella colocó una mano en mi bícep y la otra la dejó caer libre mientras se dejaba llevar por el exquisito ritmo.
Todo iba de maravilla, hasta que su mano libre se deslizó a mi zona íntima y comenzó a frotar sin permiso, ella me atraía, era cierto, pero el gusto y la confianza son dos cosas distintas, y no le había dado el derecho de tocarme deliberadamente, intenté dejarlo pasar, quizás estaba pasada de copas, así que la alejé un poco y me retiré de la pista improvisada que era aquella sala de algún estudiante universitario.
Suspiré cuando el fresco aire me enfrió las mejillas, miré la noche estrellada y decidí que era momento de regresar a casa. Ser universitario no me quita el hecho de que tengo recién cumplido los 17, así que aún me sentía desorientado fuera de mi zona de confort, y Caracas podía tragarte si quisiera.
Comencé a alejarme calle abajo, hacia la zona residencial de los pijos a la cual me había unido. Los pasos hacían eco, y la música se escuchaba cada vez más lejos, más distante, y me sentí a la intemperie.
Deseé estar en mi casa, en Maracay.
Miré la hora en mi celular e indicaba que eran las 4:17 am. Chisté derrotado, pues debía estar listo en un par de horas para ir al trabajo, mis dedos entumecidos apretaron el celular cuando un repentino silbido se escuchó a mis espaldas. Me espanté, pero intenté disimularlo, aunque de igual forma no me giré a ver quién era, por más que haya estudiado en una academia militar, no tenía ni una pizca de agallas desarrollada, así que eso no me convertía en la personificación de la valentía.
Mis pasos comenzaron a acelerarse, quería llegar ya y olvidarme de todo.
Sin embargo, esa risa melódica y femenina justo detrás de mí me heló la sangre.
—¿A dónde crees que vas, querido? —Murmuró con burla, tocando levemente mi espalda.
Me quedé quieto, procesando la situación, hasta que ella asomó su cabeza de forma abrupta frente a mí, lo que me hizo dar un respingo, ella rió.
—¿Qué quieres? —Le pregunté lo más serio posible, no queriendo aceptar que me hacía sentir abrumado.
—A ti, por supuesto.
Ella volvió a reír, no entendía cómo esa hermosa chica podía convertirse en un ser tan tétrico cuando reía.
—Estoy, yo, no puedo, me tengo que ir —intenté dar un paso hacia adelante, pero ella se atravesó deteniéndome, quise empujarla, pero eso podría traerme problemas, y no podía manchar mi historial ahora, o seguro me darían una patada en el trasero cuando la información se supiera en la universidad—. En serio, debo irme, aléjate por favor —añadí ya un poco molesto.
Ella abrió la boca con lentitud.
—Serás mío, Ramírez—susurró dando dos pasos hacia un lado.
¿Cómo sabía mi apellido? ¿Quién era? ¿Por qué decía esas cosas? No la conocía, me alejé de forma instantánea, como si me hubiera picado, y ella no dejaba de verme con una sonrisa de falsa amabilidad.
Casi corrí a casa aquella noche, pero desearía haber terminado con todo en ese preciso momento.
Han pasado tres meses de aquello, y casi no duermo, no puedo comer tranquilo, me cuesta salir de casa para algo que no sea la universidad, y no sé cómo explicar lo que me sucede sin que intenten hacerme quedar como un marica miedoso.
“Sé hombre” “Enfréntalo” “Cógetela y ya” “Es imposible que eso le suceda a un hombre” “Deja de ser tan exagerado, te faltan bolas” “Pareces una niñita” “Eso no le pasa a los machos”
A los pocos que les había comentado sobre lo que me sucedía, no me creían, me hacían pasar por loco o exagerado. Pero ella ya había irrumpido en mi casa, en mi trabajo, en la tienda dónde me gustaba desayunar, en el baño de un centro comercial, me acorralaba, me tocaba deliberadamente y me decía una y otra vez que era suyo, que le pertenecía, para luego desaparecer con esa risa, esa maldita risa que me daba pesadillas.
Caminaba mirando a todos lados, sudando frío y temiendo su aparición.
Había acabado con mi estabilidad emocional, la detestaba, me detestaba, no podía hacerle daño y ya me había amenazado con que me acusaría de violación y acoso a mí si abría la boca, era seguro que le creerían.
Le creerían mil veces a ella antes que a mí.
Guardé silencio, odié mi vida y quise estar muerto, o por lo menos regresar a casa, abandonar todo, pero sentía que viviría con el temor de verla aparecer, siempre, ella siempre estaría allí, vigilándome desde alguna esquina…
Y esa estúpida risa armoniosa, que llegaba al corazón y lo destruía.
No te quedes en silencio, hazlo público.
Identifica al agresor.
NO sientas culpa.
Busca ayuda inmediata.
Únete a campañas para concientizar y prevenir el acoso
Hey, Hive
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There were days that seemed endless, the sweat that ran down my forehead and nose was the indicator of the constant fear that gripped me. She moved through the shadows, the walls, evaporated in the air and materialized before my eyes, she kept watching me, harassing me, invading my space, stalking me.
I hated how she made me feel, shy, cowardly, intimidated.
I had met her at a party, she seemed to me the perfect girl for a good night, between drinks, laughter, and maybe a kiss or two, because it was the ideal time to enjoy such trivial things as music, parties, friends, alcohol and passing romances.
Her slender figure, that wheat skin, that pronounced chin, prey eyes and hair a little damp from the summer heat, made her the only desirable thing about that night.
That damn night.
The attraction was mutual, I could feel it in her smile curved with silent promises. On the dance floor we danced to the sensual rhythm of the music and we got closer little by little, we didn't need mutual friends or any drunken idiot to introduce us, the charm of our gazes was the ideal accomplice to make contact.
When we were finally moving together, our pelvises gently colliding, I lightly squeezed her hips for support, and she placed one hand on my bicep and the other let it fall free as she let herself be carried away by the exquisite rhythm.
Everything was going wonderfully, until her free hand slipped to my intimate area and began to rub without permission, I was attracted to her, it was true, but taste and trust are two different things, and I had not given her the right to deliberately touch me, I tried to let it go, maybe she was overdrunk, so I pushed her away a little and withdrew from the makeshift track that was that room of some college student.
I sighed as the cool air cooled my cheeks, looked out at the starry night and decided it was time to go home. Being a college student doesn't take away the fact that I'm just turned 17, so I still felt disoriented outside of my comfort zone, and Caracas could swallow you if it wanted to.
I began to walk away down the street, towards the posh residential area I had joined. The footsteps echoed, and the music was heard farther and farther away, more distant, and I felt out in the open.
I wished I was at home, in Maracay.
I looked at the time on my cell phone and it read 4:17 am. I squealed in defeat, as I had to be ready in a couple of hours to go to work, my numb fingers clenched the cell phone when a sudden whistle was heard behind me. I was startled, but tried to disguise it, although I didn't turn around to see who it was, no matter how much I had studied in a military academy, I didn't have a shred of developed guts, so that didn't make me the personification of bravery.
My steps began to quicken, I wanted to get there already and forget everything.
However, that melodic, feminine laugh right behind me chilled my blood.
"Where do you think you're going, dear?" she mockingly murmured, lightly touching my back.
I stood still, processing the situation, until she poked her head abruptly in front of me, which made me gasp, she laughed.
"What do you want?" I asked her as seriously as I could, not wanting to accept that she was making me feel overwhelmed.
"You, of course."
She laughed again, I didn't understand how that beautiful girl could become so creepy when she laughed.
"I'm, I, I, I can't, I have to go" I tried to take a step forward, but she stepped across stopping me, I wanted to push her, but that could get me in trouble, and I couldn't tarnish my record now, or I would surely get my ass kicked when the information got out at the university. "Seriously, I have to go, please stay away," I added, already a little annoyed.
She opened her mouth slowly.
"You will be mine, Ramírez," she whispered, taking two steps to the side.
How did she know my last name, who was she, why was she saying those things? I didn't know her, I turned away instantly, as if I had been stung, and she kept looking at me with a smile of false kindness.
I almost ran home that night, but I wish I had ended it all right then and there.
It's been three months since then, and I hardly sleep, I can't eat quietly, I find it hard to leave the house for anything but college, and I don't know how to explain what's happening to me without them trying to make me look like a fearful sissy.
"Be a man" "Face it" "Just fuck her" "It's impossible for that to happen to a man" "Stop being so exaggerated, you lack balls" "You look like a little girl" "That doesn't happen to males."
To the few people I had told about what was happening to me, they didn't believe me, they made me out to be crazy or exaggerated. But she had already burst into my house, at my work, in the store where I liked to have breakfast, in the bathroom of a shopping mall, she cornered me, deliberately touched me and told me over and over again that I was hers, that I belonged to her, and then disappeared with that laugh, that damn laugh that gave me nightmares.
I walked around looking everywhere, in a cold sweat and dreading his appearance.
She had finished with my emotional stability, I detested her, I detested me, I couldn't hurt her and she had already threatened me that she would accuse me of rape and harassment if I opened my mouth, it was certain that they would believe her.
They would believe her a thousand times before they would believe me.
I kept silent, I hated my life and I wanted to be dead, or at least go back home, abandon everything, but I felt I would live in fear of seeing her appear, always, she would always be there, watching me from some corner....
And that stupid harmonious laughter, that reached the heart and destroyed it.
Don't be silent, go public.
Identify the aggressor.
Do NOT feel guilt.
Seek immediate help.
Join campaigns to raise awareness and prevent bullying.
© 2021 @marysenpai. All rights reserved.
Thank you for reading, a big hug.
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Excelente relato, y nos cuestiona un poco, pues estamos acostumbrados a leer o escuchar que el acoso solo le pasa a mujeres y no es así, los hombre también pueden ser víctimas de acoso y tampoco lo dicen por la vergüenza que esto les causa, muchos niños son violados y nunca hablan de ello…
Exacto, gracias por leer y estoy de acuerdo en que debemos crear consciencia de que los hombres también son atacados, y que se deben proteger con el mismo empeño que una mujer. Ambos somos humanos.
Wow, buen contenido. Al final ambos géneros sufrimos lo mismo, el acoso en hombres también existe como dices y de alguna manera tenemos desventaja en algunas situaciones, al igual que las mujeres. Por estas cosas creo que se debe promover igualdad de condiciones que es diferente, porque cuando alguien hace daño es por ser humano y no por ser de algún género, lo que quiero decir es que se debe dejar de señalar un género como malvado porque alguien (ser humano) se dedico a hacer maldades. Tal vez me estoy saliendo un poco del tema, pero tu publicación ha expuesto de una manera sencilla muchos temas, gracias por compartirlo, me ha gustado mucho.
Agradezco que lo hayas leído completo, y te tomarás el tiempo de compartir tu opinión, coincido en los mismos pensamientos, y debemos fomentar la protección y cuidado en ambos géneros, como bien dices, más haya de cualquier diferencia: somos humanos. Debemos cuidarnos de los que son malvados, y levantar la voz contra ellos.
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Muy bien construido el relato de @marysenpai , hay una historia, unos personajes y la ambientación urbana como escenario donde se desarrollan las acciones. Es un relato breve con un tema de problemática ética y social que se da hace mucho tiempo entre personas de distinto o de igual sexo, es decir, hombres que acosan mujeres, mujeres que acosan hombres y también hay casos de mujeres que acosan mujeres y hombres que acosan otro hombre. El acoso tiene un componente inaceptable que es la forma burda y a veces violenta enn la cual una persona pretende dominar la vida de otra persona. Hay en tu relato todos los elementos de una escritora que puede desarrollarse con el tiempo en un verdadero valor que exprese en sus páginas la problemática social. felicitaciones, sigue escribiendo @marysenpai . Saludos.
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