EL NIÑO QUE APRENDIÓ A AMAR LOS ÁRBOLES

in Literatos3 years ago (edited)


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En un pequeño caserío de tan solo veinte familia y apenas 110 personas vivía un niño de nombre Ramón de casi ocho años de edad, su familia estaba conformada por su padre Antonio, Elina su madre, Elena su hermana menor y su abuelito paterno Julio. Ramoncito como cariñosamente lo llamaba la familia era el compañero inseparable de su abuelo Julio al cual acompañaba y ayudaba en las tareas del campo, algunas no eran muy divertidas pero había que hacerla, como limpiar la huerta, recoger la leña y ordeñar las cabras, pero su abuelo siempre hacía que esas tareas fuesen menos pesadas, por las historias y divertidas anécdotas que contaba mientras las realizaban. Aquella mañana de Abril era un día especial para la familia, pues Ramoncito cumplía ocho años de edad y pese a que no había más regalos que una suculenta sopa de gallina y unos caramelos de chocolates que su padre le había comprado en el pueblo, su abuelo le había prometido un paseo digno de tan importante fecha.


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Aquella mañana el ordeño de las cuatro cabras, tarea que hacía casi siempre Ramón, la hizo más rápido que de costumbre y a las siete de la mañana Ramoncito esperaba por su abuelo para el paseo, Ramón se había preparado con los anzuelos y la carnada porque el presentía que el paseo incluía ir al río a bañarse y pescar, actividades que le encantaban. El abuelo le había prometido un paseo especial, sin embargo a Ramón le extraño cuando el abuelo lo llevo hasta el vivero en donde estaban las plantas de café, esperando su momento para ser sembradas al igual que algunas de frutales, le indico que eligiera la planta de frutales que más le gustaba. Ramón indeciso entre elegir una de aguacate, mango, naranja o mandarinas optó por la de aguacate, la tomo y su abuelo le dijo que lo siguiera, Ramón ya sintiéndose un poco decepcionado, obediente seguía al abuelo. Llegaron a un sitio cercano a la casa en donde destacaban una frondosa mata de mango, un aguacate que aunque se veía un poco aporreado por los años, ya asomaba sus primeras florescencias y prometía una buena carga. Su abuelo le contó la historia de como su padre cuando él cumplió ocho años lo hizo plantar aquel viejo árbol de aguacate del cual tanto le gustaba comer a Ramoncito con arepa caliente, tu padre plantó el mango del que disfrutas con tu hermana y otros niños del caserío. Pero hoy que cumples tus ocho años, no sólo sembraras el árbol que tienes en tus manos Ramoncito, hoy asumes el compromiso de cuidarlo y verlo crecer hasta que dé frutos y en el futuro llegue a suplantar a mi viejo árbol, le dijo solemnemente el abuelo.


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Finalizado aquel ritual el abuelo cumplió con los deseos de su querido nieto, pescaron, se bañaron, pasearon por la orilla del río, fue un día especial y feliz. Ramoncito aquella noche de Abril día de su cumpleaños, soñó con aquella frondosa mata de aguacate que él había plantado, ya grande, brindandole sombra y resgurado a mucha gente, cada fruto que producía representaba las enseñanzas de su abuelo y la prolongación de su propia vida.


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Gracias por leer mi post, espero que haya sido de tu agrado / Thanks for reading my post, I hope you enjoyed it.

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Un ritual que deberiamos emprender todos!! La naturaleza nos premiará en su momento...Muy bonito Post. Saludos.

Gracias por dedicar tu tiempo y leer mi post, es cierto la naturaleza es perfecta. Saludos

Un buen cuento con una gran enseñanza. Dicen que sembrar un árbol es una tarea que cada ser humano debe hacer y por supuesto, cuidarlo y hacerlo suyo. Éxitos.

Gracias Damarys por tu receptividad y apoyo, dicen que uno en la vida debe: tener un hij@, sembrar un árbol y escribir un libro. Yo gracias a Dios y la providencia lo hice. Desde niño comence a sembrar árboles y de verdad que uno se siente extremadamente feliz cuando los ve ya grandes. Gracias totales Dios te bendiga y acompa{e siempre.