De cómo Alonso le ganó a la calle
Claro que Alonso tuvo una madre y un padre, pero lo abandonaron. A él y a otros dos hermanos, quienes eran más grandes que él, pero que también eran niños. Abandonados a su suerte, los tres vivían en la calle expuestos a los vicios, a las malas costumbres y a la mala vida.
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Aunque era el más pequeños de los tres y sus hermanos lo cuidaban, a veces era inevitable que también sufriera la misma calamidad de sus hermanos: hambre, frío y maldades la padecían en partes iguales. Desde chico aprendió a defenderse, a correr, a salvarse.=I0I0I=
Sin mirar tamaño o fuerza de su contrincante, Alonso se peleaba con cualquiera y a todos ganaba. Sus puños parecían piedras y su agilidad lo hacían parecer una pluma. Su fama de intrépido y atrevido, le hicieron ganar enemigos, pero también despertó respeto y miedo.=I0I0I=
Un día una persona lo vio y le dijo que podía entrenarlo. Una parte de Alonso que todavía soñaba, dijo que sí y aceptó pelear profesionalmente. Con los meses, Alonso se montó en un ring de boxeo y comenzó a ganar. Sus golpes eran certeros, duros, mortales. Con el dinero que ganó compró carros y casas para él y sus hermanos. Al final de sus días le hicieron una entrevista y en ella le preguntaron cuál era el secreto de sus victorias. Alonso, calmado dijo: "Cada vez que me montaba en el cuadrilátero, peleaba con la vida. Esa cruel vida que me tocó, pero que yo juré jamás me vencería."
Aunque era el más pequeños de los tres y sus hermanos lo cuidaban, a veces era inevitable que también sufriera la misma calamidad de sus hermanos: hambre, frío y maldades la padecían en partes iguales. Desde chico aprendió a defenderse, a correr, a salvarse.
Sin mirar tamaño o fuerza de su contrincante, Alonso se peleaba con cualquiera y a todos ganaba. Sus puños parecían piedras y su agilidad lo hacían parecer una pluma. Su fama de intrépido y atrevido, le hicieron ganar enemigos, pero también despertó respeto y miedo.
Un día una persona lo vio y le dijo que podía entrenarlo. Una parte de Alonso que todavía soñaba, dijo que sí y aceptó pelear profesionalmente. Con los meses, Alonso se montó en un ring de boxeo y comenzó a ganar. Sus golpes eran certeros, duros, mortales. Con el dinero que ganó compró carros y casas para él y sus hermanos. Al final de sus días le hicieron una entrevista y en ella le preguntaron cuál era el secreto de sus victorias. Alonso, calmado dijo: "Cada vez que me montaba en el cuadrilátero, peleaba con la vida. Esa cruel vida que me tocó, pero que yo juré jamás me vencería."
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