El lugar mágico de la casa (Relato corto)

in Literatos3 years ago

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El lugar mágico de la casa

La primera vez que entré a él, que tuve conciencia de haberlo hecho, tendría como unos 10 años. Recuerdo que mi padre estaba sentado detrás de su escritorio y a su espalda una cantidad de libros, gruesos y delgados, grandes y pequeños, de mil colores. Mis ojos desorbitados frente a los libros hizo que mi padre me viera y volteara a verlos. Quise tomar uno, pero por mi tamaño no pude, y mi padre me informó que solo bastaba con pedirle uno y él lo tomaría por mí y me lo pondría en las manos.

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Recuerdo que desde ese instante comencé a entrar a ese espacio, siempre con el permiso de mi padre, siempre pidiéndole los libros que él tomaba del mueble de madera alto, repleto de páginas sin leer. Y aquella actividad fortuita me hizo ver lo mucho que iba creciendo, no solo de tamaño, ya que hubo un momento en el que pude tomar los libros sin necesidad de pedírselos a mi padre, sino también porque la lectura me hizo ver cosas que a mi edad nadie veía y tal vez por eso no encajaba en ninguna parte.

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Tempranamente me di cuenta de mi desconocimiento, de mis carencias, pero especialmente del abismo que existía entre la realidad y lo que leía. Entonces empecé a nutrirme. Allí frente a las páginas, viví aventuras inimaginables, recorrí lugares recónditos, conocí personajes maravillosos. Visto en la distancia, aquel lugar fue mi refugio: allí la vida se suspendía y el mundo con sus demandas y urgencias pasaban a un segundo plano.

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Cuando me hice grande y tuve mi propia casa, una de las primeras cosas que hice fue llenarla de libros. Libros en la sala, en los cuartos, en los baños y jardines. Allí con sus tapas duras o publicaciones simples, al alcance de la mano, millones de libros. Porque en la casa de mi niñez había un solo lugar para soñar, en cambio quería que mi casa, toda ella, como la sombra debajo de un árbol, fuera tierra fértil para los sueños.

HASTA UNA PRÓXIMA LECTURA, AMIGOS
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A excepción del Akubra australiano que me traje como un fetiche después de residir en Sydney una temporada, siento decir que no tengo sombrero, pero te aseguro, que de tenerlo, me lo quitaba inmediatamente, pues he aquí una narración extraordinaria, en mi opinión, que se convierte en un sentido y ameno homenaje a esos grandes proveedores de sueños e ilusión, los libros, que por desgracia van camino de terminar de la misma manera que aquélla canción que decía que el vídeo mató a la estrella de la radio. Un fuerte abrazo.

Gracias por ese comentario tan hermoso, @juancar347! Sabes que lo aprecio mucho, viniendo de ti. Los que amamos los libros siempre seremos más, tal vez no en cantidad, pero sí en sentimientos. Por esos peces que son capaces de nadar fuera del agua, te abrazo.

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Gracias a ustedes por el apoyo, amigos!!!

Que hermoso, es que los libros nos transportan a cualquier lado. Tu relato es hermoso, casi pude verte, pequeña, añorando un libro, mientras tu papá lo alcanzaba para ti.
Buen trabajo @nancybriti, siempre encantas con tus relatos.

Y qué hermoso comentario me han regalado. Gracias por eso y por su apoyo!

Un relato que nos reconforta, @nancybriti. Los libros siempre serán el refugio acogedor para nuestro espíritu, aun cuando nos creen inquietud, y poder tener la vida como una biblioteca, sino el universo, como imaginaba Borges, es una de las pocas recompensas acompañantes que nos pueden quedar. Un abrazo.

Siempre nos quedarán los libros, @josemalavem. Siempre sobrevivirán al naufragio, siempre nos acompañarán, aunque ya no existan. Te abrazo

Un gran escrito; una maravillosa casa, lugar para soñar.

Gracias por comentar, @elisonr13!!

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Agradecida y súper contenta por su apoyo y voto, @sancho.panza!!! Yuuuuuupi ;)