África clama…
El grito de terror
del esclavo ante el látigo
se quedó entre montañas
y selvas mojadas con lluvia
y sudor
y sangre
y lágrimas.
La mano fuerte del negro
ha servido para forjar
lo que el esclavista
llamó progreso.
Las manos firmes de la esclava
envejecieron limpiando platos
y lavando ropas
de los dueños del mundo.
Con la muerte señoreando,
sus pies desnudos
abrieron caminos
por donde hoy pasan
los desmemoriados
y los ignorantes,
esclavos modernos
que marchan gozosos
al exterminio
de sus almas.
Es hora de decir
que la noche
es negra,
que los abismos
son negros,
que negro es el ébano
hermosamente tallado
como negro es el petróleo
que mueve al mundo
y negra la tinta con que el
poeta escribe sus versos.
Habrá un tiempo,
seguramente,
en el que la vergüenza
será un recuerdo vergonzoso.
Llegará el día cuando
el llanto vertido en siglos
se convierta en sonrisas
de futuros y de presentes
negros y bellos!
