RELATOS DE TURISUPI. Qué bien suena la poceta!!!

in Literatos3 years ago (edited)


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Le pasó a Yoalixi, la hija de Doña Merito. Enviudó teniendo un hijo pequeño y viviendo en una casa alquilada de la que pronto le pidieron desocupación. Fueron días de mucha angustia hasta que la recomendaron para cuidar la casa de Amanda, una señora que había viajado a Curazao un poco de turista y otro poco de negociante, le había ido tan bien que hacía dos años y medio que no venía a Turisupi ni de visita. Su único hijo, Roboam, se había casado y hecho casa aparte. Se le hacía difícil estar al pendiente del cuidado de ambas casas, así que "cuadró" con Yoalixi esta relación "simbiótica": a cambio de que ella se encargara de su cuidado, podría vivir allí sin necesidad de pagar alquiler. La casa estaba, lógicamente, amoblada, lo que obligó a la dama a dejar sus propios enseres guardados en diversas casas de amigos. Se mudó alegre, sin embargo. Todo estaba en buenas condiciones. Bueno, casi todo, ya que del lavamanos y la ducha no salía agua. La poceta tardaba màs del promedio en "bajar" cuando le empujaban la palanca, pero Yoalixi no consideró necesario reportar tal detalle a Roboam. Al mes y medio de haberse mudado ..se les tapó la poceta.

A esa casa llegaba el agua desde el lunes por la noche hasta el miércoles por la mañana. Coincidió justamente a que ocurriera un día viernes. No había agua directa ese día. Cuando le vertió un tobo lleno de agua, la poceta, en lugar de bajar se llenó y arriba, como tres tiburones parduzcos quedaron flotando los resultados de la recién hecha función biológica.

Yoa de inmediato se asustó imaginando la cara y el tono de voz de Roboam pidiéndole desalojo por haberle tapado la poceta.

Con mucha repugnancia le correspondió sacar manualmente los flotantes submarinos y colocarlos dentro de una bolsa plástica que colgó en el árbol del patio más alejado de la casa, a la espera de la llegada del camión del aseo urbano que vendría apenas el siguiente miércoles. Probó destaparla usando el chupón...


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...pero no le funcionó.

Llenó un tobo con agua y abundante champú.


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Se lo vació, pero le resultó inutil.

Le vertió agua caliente y...nada.
Fue a la única ferretería del pueblo a comprar Diablo Rojo


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pero le dijeron que el día anterior habían vendido el último pote que les quedaba. A la salida de la ferretería se encontró con Roboam:

  • Buen día, señora. El sábado iré a la casa a tumbar unos cocos de la mata.
    Yoa vio mentalmente y con angustia la imagen de Roboam subiendo la palmera, bajando los cocos, diciendo que necesitaba ir al baño y botándola de la casa por haber tapado la poceta.

  • Este fin de semana no estaré, Sr. Roboam. Voy a Guyana a tramitar unos documentos.

  • Caramba, yo puedo ir es sábado o domingo, en la semana estoy trabajando.

  • Tranquilo, yo le puedo decir al vecino que los tumbe y se los llevo a su trabajo.

  • No, llame por teléfono a casa y me deja dicho con mi esposa para yo pasar.

  • Okey.
    Angustiada fue a casa de su comadre Romelia.

  • Comadre, deje la angustia, los baños de todas las casas se tapan. Acá se tapa cada semana porque mi cuñado lo que hace son unos plátanos grandísimos.
    -Pero esta casa es suya y ese es un baño ajeno, me lo dieron a cuidar. Van a decir que no estoy cuidando. Me van a botar y no tengo dónde ir.

Al llegar a casa se encontró con que el niño había ido del cuerpo también y le tocó repetir la operación de colgar la bolsita en el ûltimo árbol. Le dijo al chico que a partir de ese momento evacuara en la bacinilla mientras ella "resolvía".

  • No, yo no puedo. Yo me aguanto hasta que resuelvas.
    -Vamos dónde tu madrina Romelia y evacúas allá.
  • No, a mí me da pena. Yo me aguanto hasta que resuelvas.

Tres días después la angustia era mayor: la poceta tapada, el niño tres días sin evacuar, necesitaba conseguir dinero para pagar a quien le bajara los cocos para llevárselos a Roboam y evitar supiera lo de la poceta.

Su comadre Romelia le dijo que probara con soda cáustica pura

Tuvo qué ir hasta Guyana a comprarla. Le dijeron que echara un poquito, la dejara toda la noche y luego le vertiera una olla de agua caliente. Lo hizo. No funcionó.


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Repitió la operación esa misma mañana dejándola todo el día, le echó agua caliente por la noche. Esa misma noche la dejó de nuevo con soda cáustica. Agua caliente por la mañana. Soda cáustica, agua caliente por la noche. Más soda cáustica, lo último que quedaba en el pote. A la mañana siguiente... Se le había terminado el gas. Tomó una olla ¡Ya no quedaba más soda cáustica que agregar ni podía calentar el agua! Llenó la olla con agua fría. La lanzó así mismo, con los ojos cerrados, al borde de la desesperación... Y escuchó el ruido característico que hace la poceta al bajar. No lo podía creer... Le lanzó otra olla y,..sí, bajó total y completamente. Corrió a despertar al hijo para que hiciera su necesidad fisiológica... Nunca el simple ruido de una poceta había dado tanta felicidad a una familia, "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde"

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Gracias, @templo, por el consecuente apoyo.

Este me parece un post con un contenido muy original. Te invito a usar #creativecoin para que podamos apoyar tus creaciones literarias en The Creative Coin Fund.

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Gracias por la visita, @jesuspsoto. Voy a visitar tu comunidad.