CRONONAUTA

in Literatos3 years ago


hypnosis-4041583_1920.jpg
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Editada con PhotoScape


«Yo sólo sé que no sé nada.»

— Sócrates



ℂℝ𝕆ℕ𝕆ℕ𝔸𝕌𝕋𝔸


Laura daba sus primeros pasos, una pequeña niña que apenas había abierto sus ojos para el mundo, y de repente, se esfumaron, como una vela que se extingue en una noche invernal. Hace años que su madre y ya no nos hablamos, nos consumió la discordia y la tristeza nos hizo compañía. Elaboramos un muro y cada quien se fue por su lado, pero Laura, Laura podía atravesarlo cuando quisiera, era su sonrisa la que apaciguaba aquellas almenas de guerra encendidas, hasta que, volvíamos al terreno de la batalla.

¡Mi pequeña! ¿Cuánto tiempo ha pasado ya? ¿Cinco años? ¿Seis?, lo he olvidado por completo. Mírame bien Yolanda, que aunque esté postrado en esta cama como un inútil minusválido, quiero que sepas mi historia. Como ya sabes, después de que nació Laura, Miriam y yo ya nos detestábamos, hasta el punto en optar por la separación. Resolvimos en juicio nuestra situación, firmamos los papeles quedando en libertad el uno del otro, y tomamos caminos separados. Miriam se quedó con la custodia de Laura, algo que destrozó mi corazón.

Un día, mientras mis lágrimas se hacían de arena a causa de la nostalgia, ¿lo recuerdas querida hermana? Fue esa mañana cuando desperté triste por no tener a mi hija en brazos, apareció en nuestra puerta una mujer extraña y vieja. Recuerdo que la miramos desconcertados, usaba capucha, que le cubría la mitad del rostro, había un aura lúgubre que la envolvía y a ambos nos absorbía a medida que iba pasando el tiempo. Tenía una sonrisa descarada, acompañada de una voz ronca y tenebrosa, me sentí incómodo ante ella, y las pocas palabras que cruzamos dejaron trazos en mi alma.

untitled.gif

— ¡Buenos días! —Dijo la anciana — ¿Esta es la casa de Laura?

¿Recuerdas como la miramos ese día? ¡Ay Yolanda, mi corazón se aceleraba! Bailaban sobre mi cabeza la más horrendas pesadillas. Mi boca estaba enmudecida pero tú le contestaste.

—Disculpe, —Le dijiste — ¿pero quién es usted?

La anciana sonrió en ese momento, jamás había visto una sonrisa tan espantosa. Sus dientes parecían pirañas que te devoraban raudamente y sin piedad, solo deseaba que se fuera y que nos dejara en paz, pero no, ella solo quedó allí, parada un rato, en un silencio sepulcral, mientras tú solo esperabas a que te respondiera, pero las cosas no ocurrieron como esperábamos.

—Ella me dijo que viniera a esta casa y la esperara aquí. —Dijo la anciana, que ya me tenía en un vórtice de confusión.

—Lo siento señora, —Le contestaste nuevamente —aquí no vive ninguna Laura y no conocemos a ninguna mujer con ese nombre.

— ¿De verdad? —Replicó la vieja — ¿Están seguros de eso?

—Por supuesto, la única Laura que conozco es mi sobrina y solo tiene sietes meses.

—Ya veo… —Dijo la anciana, esta vez en tono pensativo, como murmurando en su mente. —Sé que Laura vendrá aquí y hablará con ustedes, y cuando lo haga, díganle que Betsabé la está buscando. Después de que la anciana nos dijo aquellas palabras se esfumó, como el humo al aire.

En ese momento, recuerdo que cerraste la puerta con celeridad y la aseguraste, fue en ese instante en que volví a hablar.

— ¿Qué rayos fue eso? —Te dije

—Nada, debe ser una vieja loca que está perdida y no sabe dónde es su casa, pobrecita.

untitled.gif

Después de eso recuerdo que te fuiste, para ti siempre se te hizo más fácil olvidar, pero para mí, ¡era casi como una obsesión! Había algo detrás de la piel áspera de esa mujer que me perturbaba, y no hablo de su presencia que era abrumadoramente asfixiante, sino en lo que ocultaba. Sus palabras conferían una verdad a medias y esa noche la descubrí.

¡Ay Yolanda, querida hermana! ¡Perdóname! Iba a llevarme este secreto a la tumba pero ¡ya no puedo más! Esa misma noche, mientras tú te recostabas en tu cama con el pesar del sueño en tus ojos, yo me revolvía entre pensamientos inquietos que me entregaron una lívida ansiedad. No podía conciliar el sueño, rodaba por mi cama hasta que me levanté. Caminé de un lado a otro hasta que, de un susto, vi como una sombra se asomaba por mi ventana.

Me eché para atrás despavorido con todo el peso de mi cuerpo. Grité dos veces, una vez para llamarte y otra vez dirigiéndome a mi acechador, pero tú no me escuchaste y mi acechador ya había cruzado el portal de mi ventana. Estaba cubierto por una capucha de felpa negra hasta que finalmente se descubrió; era una mujer joven, con hermosos ojos color avellana iguales a los de mi hija. La miré por un instante, no percibí en ella peligro.

— ¡Padre! —Me dijo, con los ojos mojados en lágrimas. La detallé con mucha precisión, ya mi corazón sentía que la conocía.

— ¡Laura! —Le contesté, con el cuerpo rebosante de alegría, y la abracé con tanta fuerza. ¡Ah, fue un momento inolvidable!

Sé que es difícil de creer querida hermana, no me mires con esa cara de incredulidad, pero hace tiempo, mi hija ya mayor vino a visitarme, y estaba huyendo de la anciana que nos tocó la puerta aquella mañana la cual se hace llamar Betsabé. Sí, parezco un loco, pero todo será explicado en un momento, porque Laura viene para acá y nos contará a los dos toda la verdad, de hecho, precisamente en este momento, ya está cruzando la puerta de la casa.

FIN


Escrito por @universoperdido. 12 de Mayo del 2021

Otras publicaciones de mi autoría

photo_20200731_202247.jpg



¿Eres escritor? ¿No encuentras un lugar adecuado para colocar tus trabajos literarios? Unete a Literatos, una comunidad en Hive donde puedes publicar tus cuentos, poemas, ensayos literarios y novelas inéditos de tu propia autoría.


Sort:  

Muy bueno mano, me gusto mucho estuvo entretenido.
:)

Gracias por leer amigo. ¡Saludos!

Muy buena historia te felicito

Muchas gracias amigo.