Showball

in Full Deportes3 years ago

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Imagen cortesía de That's

El fútbol americano me parece un deporte interesante, reconozco que no lo sigo mucho ni tampoco me apasiona pero hace su trabajo de entretener, dada la danza de millones que esta actividad genera sólo en los Estados Unidos. Recuerdo alguna vez que estuve en la ciudad de Miami visitando a mi primo, un fervoroso fanático de este deporte y del equipo de la ciudad: los Delfines (cosa que me extrañaba mucho porque cuando eramos niños en Caracas el Magallanes era su vida) asistí a un juego por cortesía de mi fanatizado familiar.

Yo la verdad esperaba ir a un juego de Grandes Ligas, pero en ese entonces ya había culminado la temporada regular y estaba en pleno apogeo la de "football", una verdadera pasión en la ciudad. Yo no conocía absolutamente nada de este deporte, a ver, asumí que debe ser como el rugby, un deporte que practiqué en la universidad y me gusta muchísimo. Ambos se juegan con un ovoide, hay que llegar a la línea final para anotar y te dan un punto extra si logras patear la semiesfera entre los palos verticales de la gran "Y", pero las diferencias son mucho mayores que las similitudes.

El estadio que era el mismo donde jugaban los Marlins de beisbol (Joe Robbie se llamaba) quedaba en el fin del mundo, es decir muy lejos, en términos caraqueños como desplazarse de Plaza Venezuela a Charallave. A lo lejos se podían ver las torres y bajo ellas la enorme estructura, y como tres sabanas llaneras de estacionamiento, !llegamos a lo que vinimos¡. Sin exagerar, todos el estacionamiento estaba invadido por parrilleros, un sin fin de hombres cocinando carne desde la parte trasera de sus autos, todo un festival carnívoro previo al juego. Mi primo sin ningún pudor saca un par de platos desde la guantera de su ford focus y me dice: "Ahora vamos a comer gratis".

Es una tradición de los aficionados al fútbol americano realizar esos bacanales de carne y cerveza en los estacionamientos de los estadios además de compartir los alimentos y litros de cerveza con amigos y aficionados de tu mismo club. Tanta gente desconocida combidando alimentos, tragos e historias de héroes del equipo floridano me daba la impresión que estaba en una reunión familiar con 40mil primos, hermanos y tíos, una bella locura que solo el deporte provoca en los humanos.

Saliendo del bacanal, ingresamos al estadio, una fusión de templo con centro comercial es la mejor definición para estos coliseos modernos. Restaurantes de lujos, tiendas de artículos deportivos, bares, una guardería para niños y por supuesto un museo del equipo formaba parte de las entrañas del megainmueble. Más adentro una mole de asientos naranja y azul marino que en ese entonces compartían los Delfines con los Marlins de la MLB. "El emparrillado" (así le dicen al terreno de juego por la cantidad de líneas paralelas que tiene dibujado el engramado) se veía pequeñito, la verdad es que los asientos eran los más lejanos, más cerca de las nubes que del rectángulo verde. Eso no era un detalle importante para mi primo, la pantalla gigante lo acercaba todo, por otra parte el estar allí alentando al equipo justificaba la pobreza visual.

Saltan al terreno las porristas, verdaderas heroínas anónimas de este evento deportivo y cuyo trabajo de animación muy pocas veces es reconocido. Ahora sí, los gladiadores, unos gigantes forjados entre pesas y esteriodes, blindados con armazones, cascos y hombreras que contrastaba con los pantalones ajustados, dentro de mi cabeza pensaba: ni loco jugaría con un uniforme tan incómodo. Habían pasado 10 minutos de empezado el juego y el ovoide solo lo patearon una vez, por lo que le dije a mi primo: "oye esto de futbol tiene lo mismo que el beisbol....nada", lo único que me respondió mi primo fue: "para los americanos esto es el verdadero fútbol", me queda claro que aquí las cosas son alrevës.

Por ejemplo, la estrella del equipo no es quien hace las anotaciones sino el que da los pases, el denominado "quarterback" más parecido a un galán de cine que a un deportista. Los que atrapan la bola, que se tienen que fajar duro con los defensores para mi son los verdaderos héroes de este negocio. Por otra parte los jugadores para el ataque no son los mismos para la defensa, cosa que me parece genial porque le dan trabajo a mucha gente.

Terminó el juego y de retorno a casa mi primo me pregunta qué tal me pareció el partido, con sinceridad le respondí que me interesó más los eventos extradeportivos que el juego en sí, el ambiente la camaradería, el fervor al rededor del estadio supera todo lo acontecido dentro del rectángulo verde, desde mi punto de vista esto forma parte de este deporte, por que semánticamente hablando debería llamarse "Showball", nombre que define mucho mejor lo que significa esta disciplina.

Carlos D. Pérez Guerrero / @waraira777

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 3 years ago  

Hemos sabido de este ritual por boca de familiares establecidos en el país del norte; es todo un fenómeno social que no comprendemos pero que nos fascina como objeto de estudio. Y que usted lo traiga a colación en el feed de "Full Deportes" nos honra. Es este tipo de contenidos, los que queremos ver acá. Saludos.