Probably the term alchemist is not exactly what I want to express in this story, but what would be mine if I stuck to exact dictionary definitions, I could not create in my writings, as Picasso could not have created cubism if it had stuck to the painting concepts of his time.
However, it is a good title as any other could be, the subject is the contained story.
Versailles was the pharmacist of the town of Tarqui de la Montaña, a small if not insignificant conglomerate of people more or less organized in a hamlet within the territory of a distant province. To be honest the man was not called Versailles but his real last name was Inostroza. He had an apothecary degree and had bought the only pharmacy in the place, to avoid distrust and suspicion of the clients he chose to leave the same name that the trade had always had, hence the confusion. Everyone called him Versailles and he accepted his new name without resistance, after all, he was more stately than Inocencio Inostroza, with forgiveness from his parents.
Ever since he had the use of reason, Versailles has been in love with chemistry, mixing elements to obtain different things. He enjoyed research and inadvertently became more attached to esotericism than to the rigorous practices of science. But his knowledge was received and mixed with his beliefs to create potions that would help people in different essential aspects of life: work, wealth and of course love.
For reasons not entirely clear, the weeds really worked, the people who took them got good jobs, had more money and fundamentally a love life without regrets. His pharmacy was the only one in town, but it was also the only pharmaceutical establishment in a wide region that sold more weeds than paracetamol or cough syrups. Her herb preparations were all the rage among the townspeople, and word soon spread; Clients from neighboring towns and even from other places began to appear, and it was even mentioned that specially contracted tours came to bring clients to their business.
Everyone was talking about the alchemist who had facilitated happiness and prosperity for a large number of people. Unfortunately, that not only attracted customers but also entrepreneurs in the pharmaceutical industry, unscrupulous people who wanted to force it, first to sell their formulas and then press it to reveal its secret components, of course Versailles flatly refused both one thing and the other.
One day his pharmacy appeared totally destroyed, everything scrambled and his missing yokes, indignant and totally defeated Versailles went to the authorities but without success, nobody had seen anything. He left town one morning without saying goodbye or saying where, he was never seen again.
Those responsible for the robbery never appeared and the investigations did not yield results, soon the subject was forgotten. The pharmacy was sold and the buyer changed its name, named it "La Nueva Versailles" to differentiate itself from its predecessor and not attract the evil characters of yesteryear. The new apothecary was a more traditional man, he did not experiment, he did not investigate, he only sold products purchased from laboratories, he never manufactured or sold a single yoke.
The business returned to normal, few sales, mainly paracetamol and cough syrups, of course with no visitors from other places more than an occasional tourist. The townspeople entered a state of lethargy, of torpor. Economic activity declined, many jobs were lost, and for the first time in years, there were more divorces than marriages.
According to accounts, renowned and highly valued researchers from the pharmaceutical companies never found secret components or any chemical product that caused the exceptional characteristics that were experienced in the town in the stolen weeds, there was no rational explanation.
The town went into utter decline and in a short time only a few old men remained who told me this story of the alchemist, one day when on my way to my vacation spot my head started to hurt and I went in search of a pharmacy.
Probablemente el término alquimista no sea exactamente lo que deseo expresar en este relato, pero que sería de mi si me apegara a definiciones exactas del diccionario, no podría crear en mis escritos, como no podría haber creado Picasso el cubismo si se hubiera apegado a los conceptos de pintura de su época.
Como sea, es un buen título como podría serlo cualquier otro, el asunto es el relato contenido.
Versalles era el farmacéutico del pueblo de Tarqui de la Montaña, un pequeño por no decir insignificante conglomerado de personas más o menos organizadas en un caserío dentro del territorio de una provincia lejana. Para ser sincero el hombre no se llamaba Versalles sino que su verdadero apellido era Inostroza. Tenía un título de boticario y había comprado la única farmacia del lugar, para evitar desconfianza y recelo de los clientes optó por dejar el mismo nombre que el comercio tuvo desde siempre, de allí la confusión. Todos lo llamaban Versalles y el aceptó su nuevo nombre sin oponer resistencia, después de todo era más señorial que Inocencio Inostroza, con perdón de sus padres.
Desde que tuvo uso de razón, Versalles fue un enamorado de la química, de la mezcla de elementos para obtener cosas distintas. Disfrutaba de la investigación y sin darse cuenta se apegó más al esoterismo que a las prácticas rigurosas de la ciencia. Pero se recibió y mezcló sus conocimientos con sus creencias para crear pócimas que ayudaran a la gente en diferentes aspectos primordiales de la vida: el trabajo, la riqueza y por supuesto el amor.
Por causas no del todo aclaradas, los yuyos verdaderamente funcionaban, la gente que los tomaba conseguía buenos trabajos, tenía más dinero y fundamentalmente una vida amorosa sin pesares.
Su farmacia era la única del pueblo, pero también era el único establecimiento farmacéutico en toda una amplia región que vendía más yuyos que paracetamol o jarabes para la tos. Sus preparados de hierba eran furor entre la gente del pueblo y pronto se corrió la voz; comenzaron a aparecer clientes de pueblos vecinos y hasta de otros lados, incluso se llegó a mencionar que venían tours contratados especialmente para traer clientes a su negocio.
Todos hablaban del alquimista que había facilitado la felicidad y la prosperidad a una gran cantidad de personas. Lamentablemente eso no solo atrajo clientes sino también a empresarios de la industria farmacéutica, gente de pocos escrúpulos que quisieron forzarlo, primero para venderles sus fórmulas y luego presionarlo para revelar sus componentes secretos, por supuesto Versalles se negó rotundamente tanto a una cosa como a la otra.
Un día su farmacia apareció totalmente destrozada, todo revuelto y sus yuyos desaparecidos, indignado y totalmente derrotado Versalles acudió a las autoridades pero sin éxito, nadie había visto nada. Se fue del pueblo una madrugada sin despedirse ni decir adonde, nunca más se lo volvió a ver.
Los responsables del robo jamás aparecieron y las investigaciones no arrojaron resultados, pronto el tema paso al olvido. La farmacia se vendió y el comprador le cambió el nombre, le puso “La Nueva Versalles” como para diferenciarse de su antecesor y no atraer a los malignos personajes de antaño. El nuevo boticario era un hombre más tradicional, no experimentaba, no investigaba, solo vendía productos adquiridos a los laboratorios, jamás fabricó ni vendió un solo yuyo.
El negocio volvió a ser normal, pocas ventas, principalmente paracetamol y jarabes para la tos, por supuesto sin visitantes de otros lugares más que algún ocasional turista. La gente del pueblo entró en un estado de letargia, de sopor. La actividad económica decayó, se perdieron muchos puestos de trabajo y por primera vez en años hubo más divorcios que casamientos.
Según cuentan, renombrados y cotizados investigadores de las empresas farmacéuticas jamás encontraron en los yuyos robados componentes secretos ni ningún producto químico que provocara las características excepcionales que se vivenciaron en el pueblo, no había explicación racional.
El pueblo entró en una decadencia absoluta y en un corto tiempo solo quedaron unos pocos ancianos quienes me contaron esta historia del alquimista, un día en que estando de paso hacia mi lugar de vacaciones comenzó a dolerme la cabeza e ingresé en busca de una farmacia.
Héctor Gugliermo
@hosgug