Mito de Aracne
Tejo muy bien una red
sin parar noche ni día,
pero no tengo alegría
si acaso pensaba usted
Fui buena cuando empecé,
más grande cuando aprendí,
a la cúspide subí,
pero de allí un día bajé
¡Oh, diosa! que me enseñaste,
me diste un arte y con ella
yo tejía cielo y estrella
hasta que un día me aplastaste
Me puse como una lora
a repetir pendejadas
y olvidé que en las manadas
quien habla peste se atora
por eso me hiciste araña,
Atenea, diosa del arte,
mi falla fue no adorarte,
ser en mi lengua patraña
Odiosa llegué a tu oído
¡Oh, diosa! triste pensar
que yo te podía ganar
y entonces ¡cómo he sufrido!
Recuerdo bien esa parte,
dije que ni a los talones
ningún harto de jamones
me igualaba en ese arte
que tejiendo era más diosa
que Atenea, la tejedora;
que era una piche mayora
aunque vistiera de hermosa
Recuerdo que mi abuelita,
que era tuerta y pizpireta,
me dijo: ¡Calla esa jeta!,
pórtate bien señorita
¡Me importa, abuela, un comino!
que me escuche la Atenea,
debe andar en una pea
con Dionisio el bebe vino
o con Zeus debe andar esa
el que se cree un santurrón
y que hasta vuelto lechón
baja a engañar a su presa.
¡Ay!, hija, dijo mi abuela,
te pasaste de maraca,
tu palabra es una estaca
en lugar de ser escuela
quién te dijo que el orgullo
vale más que la humildad;
quien crea, Dios, que eso es verdad
pronto recibe lo suyo
Y de la abuela choreta
surgió Atenea ¡la gran diosa!
parecía una mariposa
en los versos de un poeta
Luego, se fijó una meta:
que las dos, artes tejieran
y que los sabios dijeran
quién ganaba la peseta
Atenea tejió sin par
una pulcra y grande obra
donde no se veía sobra
y difícil de imitar
Al gran Zeus pintó en los cielos,
en su Olimpo, entretenido,
sin duda muy bien querido
por el mortal de los suelos.
Aracne tejió la luz,
tejió la propia belleza,
tejió el cielo en sutileza
y en medio a Zeus en su cruz.
Atenea no aguantó tanto
y perdiendo los estribos
invocó el mal de los chivos
y puso cara de espanto:
Aracne, si es lo que quieres
tejerás como ninguna,
la belleza, la fortuna,
la luz, la sombra que eres
pues, de ahora en adelante
andarás sobre unas patas
y hasta las míseras ratas
te llevarán por delante.
Serás sombra sin canción,
una cosa que no sueña
que teje porque así empeña
su tiempo sin ton ni son
Y diciendo todo aquello
salió la araña a lo suyo;
vencida por el orgullo
ganó lo feo por lo bello.
Jesús Pérez Soto
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