La semana pasada compartí un poema con nombre de mujer (Lorena) y hoy les traigo otro, esta vez con un nombre más memorable. Beatriz es una de las más grandes musas de la literatura universal, encumbrada y mitificada por Dante a tal punto que en su Comedia es ella quien lo guía en su ascenso por el Paraíso, ¿puede haber otra manera más sublime de representar a la mujer amada? Inspirado por ese nombre y alguna que otra anécdota, escribí estos versos hace unos quince años. Al igual que el de la semana pasada, las letras iniciales de cada estrofa conforman un acróstico que a su vez es el nombre del poema. A pesar de la buena imagen que deja el poeta de su musa, el final resulta un poco triste, pero espero les guste:
“Beatriz”
Beatriz se escribe con “B” de “Bella”
y es que no podía ser diferente
la luz de sus ojos opaca las estrellas
y el sol envidia su rostro sonriente.
Es tan hermosa que no haría justicia
un libro entero con versos de ella
su voz en mis oídos, una suave caricia
que me deja ver, de día, las estrellas.
A veces, cuando mi día se torna gris
y mi corazón es atado por la apatía
basta sólo verla y vuelvo a ser feliz
dejo que se fundan su risa y mi poesía.
Tratando, estoy, de contenerme
mas no puedo negar su perfección
no quiero, en su vida, entrometerme
prefiero tenerla aquí en mi corazón.
Riendo, como sólo ella sabe hacerlo
tan dulce como una canción de cuna
su afecto, ¡Dios!, quisiera tenerlo
quisiera besar su frente de luna.
“Imposible” sí, es la palabra justa
para decir lo que no dejará de ser
no la amo, no, pero cuánto me gusta
en ella se define la palabra “mujer”.
Zapatillas de cristal y un vestido con estrellas
como las princesas de los cuentos de hadas
así la veo de noche cuando sueño con ella
el sueño inalcanzable de mi alma desgraciada.
