Bestiario (Libro): los inicios de Julio Cortázar

El primer libro de cuentos del escritor argentino

La semana pasada publiqué una reseña sobre el libro de relatos Todos los fuegos el fuego, del escritor argentino Julio Cortázar. En dicha reseña (la cual puedes leer en este enlace) mencioné que tenía pediente subir la reseña de otros dos de sus libros que releí hace unos meses: Final del juego y Bestiario. Con este post pretendo saldar la mitad de esa deuda.

Bestiario, publicado en 1951, es el primer libro de relatos del escritor argentino Julio Cortázar, aunque no reúne exactamente sus primeros cuentos. El autor de Rayuela ya había escrito varios relatos antes de estos, pero fueron publicados de manera póstuma en el volumen La otra orilla de 1995. Quizás por eso, las ocho historias de Bestiario poseen una madurez y una calidad notables para tratarse de un escritor nuevo, porque ya tenía más de una década perfeccionando su arte narrativo y definiendo el estilo que lo inmortalizaría como uno de los genios de la Literatura universal del siglo XX. Tanto en La otra orilla como en Bestiario ya se evidencian rasgos cortazarianos: el juego literario, el lenguaje, la fantasía, las dualidades, el jazz, un gigantesco acervo cultural, sobre todo europeo, la influencia de autores ingleses y franceses y de poetas hispanos, y esa manía suya de desentrañar misterios y exponer universos que viven dentro de lo cotidiano y que pasan inadvertidos para el resto de nosostros; y es que el propio autor confesó parecer "haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas". Y eso se nota en sus historias.

Algunos libros del autor

El libro abre con Casa tomada, la historia de dos hermanos, el narrador e Irene, quienes viven solos en su antigua casa familiar de la que los sacan. Los espacios poco a poco se van reduciendo, las puertas se cierran, las habitaciones quedan inaccesibles, hasta que los expulsan. “Han tomado la parte del fondo”, dicen, pero ¿quiénes? No se aclara y ellos no se lo cuestionan, sencillamente, como buenos personajes cortazarianos, lo aceptan. Algunas frases como esta “Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos” hicieron que los lectores creyeran que el cuento era un simbolismo para el exilio del autor; sin embargo, Cortázar confesó que el relató se inspiró en un sueño que tuvo. Ahora bien, también dijo que quizás el sueño podía estar inspirado en esa experiencia de abandonar la patria. Quién sabe.

Lejana es un juego de espejos, de conexiones, de un doppelganger; Circe narra la maldición que parece caer sobre los novios de Delia (ya se han muerto dos, uno de ellos se suicidó), a quien Mario corteja a pesar de las advertencias y las habladurías de los demás; otra pareja, Celina y Mauro, protagonzian Las puertas del cielo, en donde el doctor Marcelo nos cuenta la vida que Celina hubiera llevado si hubiera tomado otra decisión diferente a aquella en la que “había renunciado a su cielo de milonga, a su caliente vocación de anís y valses criollos”. Y una pareja más vive una situación incómoda en Ómnibus: una chica sube al medio de transporte y entabla conversación con un chico que sube más adelante. Los pasajeros, el conductor y el guardia los miran mucho, como con rencor, con extrañeza, porque son los raros, los que no van con las costumbres del resto, pero ¿qué es lo que los hace diferentes?

Edición de bolsillo de sus cuentos completos

El resto del libro son tres historias con bestias, con animales: en Bestiario hay un formicario, un tigre y una tragedia; en Cefalea, Cortázar reflexiona sobre “la muerte oscura de los animales” a través de unos criadores de Mancuspias, animales ficticios ideados por el autor que son mamíferos, mudan el pelaje, tienen picos y aúllan, ¿es posible imaginarlos? ¿dibujarlos?

Y en Carta a una señorita en París encontramos otro de los relatos más recordados del Cronopio mayor. Un hombre se está quedando en el departamento de Andrée, su amiga, y tiene un secreto que intenta ocultar de todo el mundo: escupe conejos. Así como suena: escupe conejos. Peluditos, pequeñitos, pero conejos sin embargo. Ocultarlos de la criada no se le hace fácil y cuando cuenta como “estuvieron en círculo bajo la luz de la lámpara, en círculo y como adorándome y de pronto gritaban, gritaban como yo no creo que griten los conejos” sabemos que las cosas no terminarán bien, que llegaremos a un final sangriento e insólito que, sin embargo, deja las preguntas sin responder, ¿eran reales los conejos? No importa. De la misma forma en que no importa que las Mancuspias no existan o que Casa tomada haya nacido de un sueño y no de una idea, de un simbolismo, porque en el universo cortazariano se vale todo. Todo es posible en la obra de Cortázar porque aunque narre cosas ficticias, ilógicas, o imposibles, sus relatos son perfectamente verosímiles.

Si se quiere leer la obra de Cortázar por orden de publicación habría que empezar por acá (o por Los Reyes, una de sus obras de teatro); si se quiere hacer por la cronología de composición sus relatos, habría que comenzar por La otra orilla; si se quiere comenzar por las novelas, habría que leer primero Los Premios... pero no importa, por cualquier lado que se sumerjan en la obra del escritor argentino llegarán al núcleo de su universo, a esa isla mágica en la que un relato puede revelarte una nueva verdad sobre la vida o enseñarte algo nuevo que siempre has sabido porque no se sale ileso de ninguno de sus libros.

Reseñado por @cristiancaicedo


Otros posts que pueden interesarte: