Literatura: Alessandro Baricco y el oficio de escribir

Existen algunos escritores que además de escribir novelas y relatos, son buenos ensayistas. Uno de los más reconocidos es Mario Vargas Llosa, por supuesto, pero otro es Alessandro Baricco, quien además de haber escrito libros del género, suele incluir reflexiones interesantes en sus ficciones.

Hace un par de días hice una reseña de la última novela de Baricco, La esposa joven, que pueden leer en este enlace, una historia de amor, de espera, con tintes de leyenda y un aura gótica. Sin embargo, en una parte del libro la realidad y la ficción se mezclan y los personajes de la novela son dejados de lado para dar paso al propio Baricco que aparece reflexionando sobre la creación literaria y el oficio de escribir. En esos párrafos, el italiano deja una reflexión que me pareció tan buena que no quise incluirla en la reseña de la novela porque merecía un post aparte y es por eso que estamos acá:

La reflexión empieza así:

“Nunca he pensado que el oficio de escribir pueda resolverse en transmutar en una forma literaria nuestros propios asuntos, mediante la penosa estratagema de modificar los nombres y, a veces, la secuencia de los acontecimientos...

Según esto, lo que Baricco dice es que no basta con tomar tu vida, cambiar unos nombres y algunas cosas aquí y allá, para tener una novela. Pero ¿cuántos libros hemos leído que son precisamente esto? ¿qué más se necesita entonces?

...cuando en cambio el sentido más justo de lo que podemos hacer siempre me ha parecido interponer entre nuestra vida y lo que escribimos una distancia magnífica que, forjada por la imaginación, primero, y colmada luego por el oficio y por la dedicación, nos lleva hacia otro lugar...

Baricco continúa diciendo que hay que poner distancia entre nosotros y lo que escribimos, ir a otro lugar, creado por la imaginación y trabajado por el oficio del lenguaje, ¿nos invita a separarnos de nosotros? No, porque luego dice:

...donde aparecen mundos que no existían con anterioridad, donde todo lo que hay que es íntimamente nuestro, inconfesablemente nuestro, así vuelve a existir, pero ya ignoto para nosotros, y tocado por la gracia de formas delicadísimas, como fósiles o mariposas”

En esta última parte está la clave, a mi parecer, porque el italiano dice que en estos mundos imaginarios que surgen se revela algo "íntimamente nuestro" y que aunque haya surgido de la distancia tomada y aparezca de alguna manera disfrazado, en realidad contiene nuestra esencia.

¿Que entiendo yo de todo esto? Que aunque lo intentemos no podemos alejarnos de nosotros ni de nuestra historia (la que queremos contar), que aunque contemos una historia sobre la Grecia antigua, o una colonización en Júpiter, la novela o el relato nacido de nosotros nos contendrá precisamente a nosotros, nuestros miedos, obsesiones, virtudes, defectos, nuestra esencia como personas y como escritores. Somos lo que escribimos y escribimos lo que somos. Según Baricco, el camino para encontrarnos pasa por alejarnos de nosotros y todo lo que nazca allí, aunque lleve otro nombre, es íntimamente nuestro. ¿Ustedes qué creen? ¿creen que es más fácil escribir lo que nos ocurre y cambiar algunos nombres? ¿o prefieren contar una historia distante a su realidad? ¿creen que en esta lejanía les sea posible reconocerse luego? ¿qué enfoque toman para escribir sus historias? Los leo en los comentarios.

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