Los vagabundos del dharma (Libro): budismo zen con mochila al hombro

Fotografía de mi galería personal

Hace algunas semanas subí la reseña de otra novela de Jack Kerouac. Si no la leyeron, les dejo acá el enlace:

Los subterráneos: una historia de amor y excesos

Además de la mítica On the road y la poco conocida Tristessa, estas dos son las otras dos novelas que he leído de su autor. Es cierto que On the road es superior a las demás, pero todas emanan de la misma fuente, en todas las historias está el sello Kerouac de inicio a fin.

Los vagabundos del Dharma tiene un inicio perfecto, a lo Kerouac:

“Saltando a un mercancías que iba a Los Ángeles, un mediodía de finales de septiembre de 1955, me instalé en un furgón y, tumbado con mi bolsa del ejército bajo la cabeza y las piernas cruzadas, contemplé las nubes mientras rodábamos hacia el Norte, a Santa Bárbara”

Así comienza la historia de Ray Smith (alter ego de Jack Kerouac), una aventura filosófica en la que unos jóvenes desharrapados y febriles cruzan el país, suben a la montaña y persiguen la comunión espiritual con la naturaleza, el amor y la poesía. Claro, que tampoco son unos monjes de monasterio porque también hay vino, marihuana y orgías. El otro personaje central de la historia es Japhy Ryder (alter ego de Gary Snyder), poeta y budista, aunque también aparecen disfrazados Allen Ginsberg y Laurence Ferlinghetti, de donde se deduce naturalmente que la novela es, en alto grado, autobiográfica.

Cuando Ray salta al tren que nombra en el primer párrafo lleva ya 3.000 kilómetros recorridos en bus por México. El viaje, la carretera, el autostop, son elementos comunes y frecuentes en las historias de Kerouac, pero en esta, hay también otras cosas que forman parte de la trama: budismo zen, filosofía oriental, meditación, trekking, naturaleza, mandalas, haikus, iluminación, montaña, paisajes, etc. Los protagonistas de esta novela no hacen las mismas cosas que Sal Paradise o Leo Percepied, pero parecen de la misma gente; se hace fácil imaginar a los protagonistas de Kerouac compartiendo una cerveza en un bar siendo amigos. Sin embargo, a pesar de esas similitudes (obvias por ser todos ellos proyecciones del autor), existen agunas diferencias importantes.

Japhy habla a favor del sexo, como Leo de Los subterráneos, y dice:

“Desconfío de cualquier tipo de budismo o de cualquier filosofía o sistema social que rechace el sexo”

Sin embargo, Ray, el protagonista de la novela está en contra:

“Había llegado a un punto en el que consideraba los impulsos sexuales ofensivos y hasta crueles”

“La ausencia de impulsos sexuales activos también me había proporcionado una nueva vida pacífica con la que disfrutaba muchísimo”

Ahora bien, a favor o en contra, el sexo es un tema que surge siempre en las novelas de Kerouac, aunque aquí no es tan central como en Los subterráneos, por ejemplo, porque Los vagabundos del Dharma se centra más en la filosofía y en el budismo (aunque un budismo un poco extraño).

Frases como:

“Las cosas vienen pero para irse”

o la interrogante:

“¿Somos ángeles caídos que nos negamos a creer que nada es nada y, por tanto, nacemos para perder a los que amamos y a nuestros amigos más queridos uno a uno, y después nuestra propia vida, para probarnos?”

parecen más de un libro de filosofía que de una novela. Y como esas, muchas otras frases nos hacen reflexionar sobre un mundo - el budismo - que ahora conocemos un poco más en Occidente, pero que para la época en que se escribió la novela resultaba una zona mítica, extraña, en el consciente colectivo de las personas.

Pero más que ninguna otra cosa, lo que caracteriza a las novelas y los personajes de Kerouac es su libertad. Ray hace autostop de Oeste a Este y luego vuelve al Oeste, cruzando el país: Mexicali, Tucson, Arizona, Nuevo México, Oklahoma, Arkansas, Mossouri, Illinois, Ohio, va a casa en Navidad y luego vuelve a marcharse, a la carretera de nuevo.

“Eso es lo que me gustaría hacer; andar haciendo autostop por ahí y sentirme libre”

Y me prometí que iniciaría una nueva vida. Por todo el Oeste y por las montañas del Este, y también por el desierto, vagabundearé con una mochila, seguiré el camino puro”

El viaje como autorrealización, como vía hacia la iluminación, al descubrimiento de sí mismo, pero sobre todo a la liberación de este mundo transitorio e impuesto:

“Vagabundos del Dharma negándose a seguir la demanda general de la producción de que consuman y, por tanto, de que trabajen para tener el privilegio de consumir toda esa mierda que en realidad no necesitan, como refrigeradores, aparatos de televisión, coches, coches nuevos y llamativos, brillantina para el pelo de una determinada marca y desodorantes y porquería en general que siempre termina en el cubo de la basura una semana después; todos ellos presos en un sistema de trabajo, producción, consumo, trabajo, producción, consumo…”

Con esta son entonces cuatro las novelas que he leído de Kerouac. Me gusta su estilo, esa forma espontánea de escribir, me gustan los lugares comunes de sus obras, los viajes, la libertad, el autostop y la carretera. Sin embargo no es un autor del que quiera leer mucho más; es decir, si bien no tiene muchos más trabajos, creo que de tenerlos igual no querría demorarme en abarcar todos sus escritos porque siento que con lo leído me basta.
Más que con Kerouac, me identifico con los deseos de algunos de sus personajes, ¿quién no ha querido mandar todo el mundo al carajo, tomar una mochila y seguir el camino? ¿quién no ha querido acampar en medio de la naturaleza sin preocuparse por la bolsa, el sueldo mínimo ni la inflación? ¿a quién no le gustaría vivir un amor plural, múltiple, sin ataduras, con cada persona que se nos cruza por el camino? En esas ansias de libertad, en ese no dejarse atrapar por el sistema, en ese entender que la vida es más valiosa y a la vez más simple de lo que nos han enseñado, allí es donde logro conectar con los personajes y las novelas de Kerouac. Si como a mí te gustan estas cosas, entonces creo que deberías leer algo de la obra de este celebrado autor.

Reseñado por @cristiancaicedo


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Gracias por presentarnos, en tu reseña tan bien escrita, esta novela de Kerouac, que conocía de referencia. De Keruac solo pude leer hace tiempo En el camino. Como mi inclinación es más hacia la poesía, he leído mucho más a Allen Ginsberg, que junto al extraño Burroughs (recuerdo Almuerzo desnudo), constituyeron, indudablemente, una generación muy importante en la literatura estadounidense marcada por la vida y la búsqueda libertaria, marcada por el vacío de la postguerra y el rechazo al creciente poder de la sociedad capitalista y de consumo. Saludos, @cristiancaicedo.

Por aquí pasó El Comentador
: @josemalavem

Me pasa justo lo contrario, lo mío es la narrativa. Sí leí Naked lunch de Burroghs, pero entre ese y todo lo que he leído de Kerouac, me quedo con On the road, así que, creo, has leído lo mejor de él. Saludos y muchas gracias por leerme.