Mañana en la batalla piensa en mí (Libro): consecuencias de una muerte inadecuada

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Ejemplar de mi biblioteca personal

Javier Marías es uno de los escritores españoles más reconocidos y de mayor trayectoria en la actualidad. Con un sin fin de novelas, relatos, ensayos, recopilaciones y traducciones, su figura se erige como uno de los nombres más importantes dentro de la Literatura universal y una de las razones que ayudan a confirmar esa posición es la calidad de sus novelas. Entre ellas, destaco y recomiendo Corazón tan blanco y la que hoy traigo a ustedes, Mañana en la batalla piensa en mí.

El libro

El título, al igual que en la novela previa, alude a Shakespeare. Pero si hay algo en lo que destaca Marías por sobre el resto, más allá de sus frases largas y las situaciones en que coloca a sus personajes, es el inicio de sus historias. La primera frase es tanto o más importante que el resto de un libro y Marías tiene algunos de los mejores primeros párrafos que recuerdo haber leído. Te atrapa inmediatamente y te coloca en medio de un asunto capital, te lleva directo el núcleo de la novela. El inicio de Mañana en la batalla piensa en mí es el siguiente:

"Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda. Nadie piensa nunca que nadie vaya a morir en el momento más inadecuado a pesar de que eso sucede todo el tiempo, y creemos que nadie que no esté previsto habrá de morir junto a nosotros".

El narrador es Víctor Francés (un nombre que aparecerá en otras ficciones de Marías), un guionista de televisión que redacta discursos para personas importantes. Recientemente divorciado (el fracaso matrimonial es otra constante en las novelas del autor), es invitado a cenar a su casa por Marta Téllez. Ella está casada, pero su marido está de viaje en Londres, así que estarán solos una vez que su hijo de dos años se duerma. Después de cenar, Víctor y Marta van al dormitorio y comienzan a desvestirse y a besarse, pero sin haber culminado esa tarea, la mujer comienza a sentirse mal, hasta que agoniza y de manera súbita muere entre los brazos del narrador. No es sólo una escena sobrecogedora, es también un inicio de novela asombroso: ¿y ahora? ¿qué hará Víctor? ¿de qué murió Marta? ¿qué va a pasar por el niño? Todas estas y más preguntas se disparan en nuestra mente apenas en las primeras páginas.

A medida que avanza la novela, vamos descubriendo cosas de la familia de Marta (su esposo, su hijo, su padre, sus tres hermanos) y del pasado de nuestro narrador quien se casó con Celia, once años menor, pero apenas duraron tres años; y antes había estado casado con Luisa (nombre que aparece también en Corazón tan blanco). Víctor intenta borrar sus huellas de la escena del crimen, ¿puede llamarse crimen? O en todo caso, ¿es él un criminal? Digamos que estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado. Sin embargo, contar la verdad era no sólo etiquetarse como primer sospechoso, sino también revelar que estaba allí para acostarse con una mujer casada, manchando el nombre de la fallecida con la sombra de una infidelidad no consumada. Es una situación muy particular, nada sencilla de afrontar.

Según el narrador, los secretos y las mentiras se cuentan por cansancio, por fatiga, más que por honestidad o altruismo. El matrimonio y el divorcio aparecen también en su novela anterior; Marías parece no tener un concepto muy elevado del matrimonio que en sus ficciones termina pronto y no muy bien. Secretos y mentiras también son una constante:

“No es de buena educación ni civilizado darse a conocer del todo, no digamos enseñar las manías y lacras”

“Es cansado guardar un secreto o tener un misterio”

“Las vidas son a menudo traición y negación continuas de lo que hubo antes, se tergiversa y deforma todo según va pasando el tiempo”

El paso del tiempo, al igual que las reflexiones sobre la muerte, también están presentes en las ficciones del español. En esta novela, el autor expresa que el que sepamos que la muerte es normal, que le ocurre a todos, no hace que cuando muere alguien cercano, la pérdida sea más tolerable.

Las frases cortas de Marías son casi aforismos, pero tanto esas como las más largas, proponen reflexiones extensas sobre temas capitales:

“Cuando alguien ha muerto y ya no puede repetir nada uno desearía haber prestado atención a cada una de sus palabras”

“Tantas cosas suceden sin que nadie se entere ni las recuerde”

“Nada se cuenta dos veces de la misma forma ni con las mismas palabras”

“Cuán poco va quedando de cada individuo en el tiempo”

Marías es también un cinéfilo empedernido y por eso en la novela aparecen fragmentos de la película Campanadas de medianoche de Orson Welles. Dos frases me llamaron la atención. La primera hace clara referencia a una posterior novela del autor “Qué desgracia saber tu nombre aunque ya no conozca tu rostro mañana”; la segunda es un poco más críptica y vuelve a sembrar la duda capital del narrador: “mi verdadero nombre que no aparece en ninguna parte”, ¿quién cuenta? ¿no es Víctor? ¿quién es Víctor? ¿o es el propio Marías? Sea quien sea, Mañana en la batalla piensa en mí es una novela que recomiendo ampliamente y una de las razones por las que considero a Javier Marías el mejor exponente de la Literatura en España durante las últimas décadas.

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