Música, sólo música (Libro): páginas que pueden oírse

Uno de los libros más recientes de Haruki Murakami

Haruki Murakami es uno de los autores japoneses más reconocidos de las últimas décadas y también uno de los más leídos. Hay quienes avalan los premios que ha recibido y lo nombran siempre como candidato al Nobel y otros que lo tildan de escritor sobrevalorado, pero al margen de esta discrepancia de criterios, lo cierto es que muchas personas alrededor del mundo lo han leído y lo siguen leyendo cada vez que publica algo nuevo.

Una de sus publicaciones más recientes (en español, poque se publicó en japonés hace años) es precisamente el libro Música, sólo música, el cual recoge unas conversaciones que mantuvo con su amigo Seiji Ozawa, antiguo director de la Boston Symphony Orchestra. Quienes hemos leído las novelas y los cuentos de Murakami y además algunos de sus libros más personales como De qué hablo cuando hablo de correr o De qué hablo cuando hablo de escribir, sabemos que al escritor japonés le gusta la música. No solamente el Jazz, del cual es un fanático empedernido (de hecho, antes de dedicarse de lleno a la Literatura, regentó un club de Jazz), sino también el Rock, el Blues y la música clásica tienen una gran importancia en su vida y en su escritura, al punto de que él mismo confiesa en estas páginas: “Escribo como si compusiera música”

Para esta oportunidad, Murakami comparte con sus lectores su pasión por la música clásica y todo lo conversado con Seiji Ozawa, quien, respecto a la erudición del escritor en materia musical, asegura que “Tengo muchos amigos a los que les gusta la música, pero el caso de Haruki Murakami supera los límites de lo corriente” porque a cada rato le menciona detalles, historias, cosas que el aclamado director ni siquiera imaginaba.

Eso hace que, a pesar de tomar principalmente el papel de entrevistador, Murakami también entregue su percepción (crítica, analítica, fundamentada) sobre la música de Brahms, Beethoven, Bartok y Mahler, sobre directores de orquesta como Leonard Bernstein y solistas como Glenn Gould, sobre piezas de cámara y sobre ópera. Chaikoski, Sibelius, Haydn, Karajan, Ormandy, son algunos de los nombres por los que se pasean los amigos que incluso mencionan a Louis Armstrong y a Ella Fitzgerald, con quienes Ozawa compartió en un Festival.
La conversación es fluida y el lector puede imitar a los autores que, mientras escuchan los discos, comentan distintas interpretaciones de una obra, comparando tal o cual movimiento. Afirma Murakami al inicio del libro que la mayoría de los lectores de esas páginas serán aficionados a la música, pues desde el título se va definiendo bien el público al que está dirigido; y sin embargo, yo diría, siendo más específico, que quienes pueden disfrutar verdaderamente este libro son aquellos que conocen la música clásica, ya sea porque se han dedicado a la ejecución de ese tipo de música, o bien porque, como en el caso de Murakami, son eruditos fanáticos. Los demás, el público en general, salimos del libro con la sensación de que hay allí una magia que se nos escapa.

Sin embargo, igual puede disfrutarse en parte el libro porque ambos artistas, uno de las letras y otro de las notas, se aproximan a esas piezas musicales de maneras distintas. Ozawa acepta la música que fluye naturalmente desde y hacia él, sin pensarlo mucho, mientras que Murakami es más racional, busca comprender y verbalizar esas sensaciones, lo que hace que nos regale frases interesantes sobre las cuales reflexionar como las siguientes:

“Siempre que oigo música lo hago sin prejuicios”

“Parto de la idea de que la intención de la música es hacer feliz a la gente”

Una de mis favoritas:

“De la buena música puede decirse lo mismo que del amor: nunca hay demasiado”

O esta de Seiji Ozawa que tiene implicaciones metafísicas:

“La música es un arte que tiene lugar en el tiempo”

Leer este libro fue un ejercicio interesante para mí. No todos los libros pueden oírse y en este caso, imitando a los autores, escuché las obras sobre las que que hablaban (no en discos como ellos, pero conté con la invaluable ayuda de la intenet para conseguirlo), mientras leía sus opiniones y puntos de vista. Eso sí, como lo dije antes, lo recomendaría a verdaderos conocedores de la música clásica, aquellos que les puedan sacar el mayor provecho a las conversaciones. Para los demás, están los otros libros de Murakami, sus novelas, sus cuentos, sus ensayos, que si bien tienen su lado inusual, hablan de temas más generales como el amor, la soledad, el tiempo... ¿han leído algún libro de Murakami? ¿cuál es su favorito? Los leo en los comentarios.

Reseñado por @cristiancaicedo


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