Relato de un náufrago (Libro): los inicios de Gabriel García Márquez

El relato apareció publicado, por entregas, en 1955

El escritor colombiano Gabriel García Márquez es uno de los nombres más importantes de las letras hispanas de los últimos cincuenta años. Su talento no tiene discusión y su unicidad es palpable en cada obra. En lo personal, me gusta más la narrativa (novelas, cuentos) que la poesía, por eso leo más a los autores que como el Gabo, Vargas Llosa, o Saramago, por nombrar algunos, se dedican principalmente a ella.

De entre la bibliografía legada por el Nobel colombiano, había leído todos sus cuentos y casi todas sus novelas, pero tenía esta deuda pendiente. Relato de un náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre, mejor conocida simplemente como Relato de un náufrago, es un reportaje novelado sobre “el héroe que tuvo el valor de dinamitar su propia estatua”, Luis Alejandro Velasco, oficial de la armada colobiana que estuvo diez días a la deriva en una balsa mecida por el mar Caribe. García Márquez era un joven reportero que escuchó el relato de los hechos de boca de su protagonista y lo transformó, tal vez sin pretenderlo, en un prodigioso ejercicio literario que se publicó por entregas en El Espectador de Bogotá, ocasionando un alboroto político considerable –se revelaba la existencia de contrabando ilegal en un buque de la Armada colombiana, lo que costó la vida de siete marineros y el naufragio, más afortunado, de Velasco– y el exilio para su autor.

Los soldados colombianos se encontraban en Mobile, Alabama, reparando la nave, cuando vieron una película, El motín del Caine, y la sombra del miedo, de la catástrofe, se paseó sobre ellos como en una tragedia griega. Así se comienza a configurar la aventura que tendrá lugar páginas más adelante cuando Luis Alejandro Velasco cae al mar en medio de una tormenta (no es un spoiler porque está en el título) que lo dejará a la deriva durante diez días.

La narración en primera persona, decisión conjunta del reportero y el marino, aporta verosimilitud a la historia, a pesar de que algunos pasajes parecen inventados. El propio Gabo pensó que la gente no iba a creer lo que le había ocurrido a Luis Alejandro en el mar, porque algunas anécdotas parecen sacadas del mito macondiano, como las conversaciones que tiene el náufrago con un compañero fallecido:

“Sí esto hubiera sido un sueño no tendría ninguna importancia. Sé que estaba completamente despierto, completamente lúcido, y que oía el silbido del viento y el ruido del mar sobre mi cabeza. Sentía el hambre y la sed. Y no me cabía la menor duda de que Jaime Manjarrés viajaba conmigo en la balsa.”

La noche cerrada, las estrellas, el oleaje, la soledad, aviones que no lo advierten, tiburones que merodean, alucinaciones, las gaviotas, el hambre, una tortuga gigante, el sol abrasador, los elementos propios de un naufragio están presentes en esta breve historia. En un momento salta un pez, huyendo de los tiburones, cae a la balsa y el náufrago le da dos mordiscos y cuando lo lava en el mar, un tiburón se lo arrebata. Es inevitable pensar en las obras en el mar de Hemingway, Stevenson y Defoe.

Cuando leemos, hacia el final:

“Algunas personas me dicen que esta historia es una invención fantástica. Yo les pregunto: Entonces, ¿qué hice durante mis diez días en el mar?”

recordamos otra historia, más reciente, que no todos hemos leído pero que sí vimos en la gran pantalla, Life of Pi. Al igual que en la película, el reportaje de García Márquez es el relato de un naufragio sin testigos. Hay que creerle a quien cuenta y ante la duda, ante lo fantástico, el lector se pregunta, ¿por qué mentiría? escogiendo la maravilla, la aventura, con pinceladas de realismo mágico y ese tono derrotista, cargado de pesimismo, que puede tener un hombre que se siente al borde de la muerte durante más de una semana:

“Se necesita haber pasado una noche en el mar, sentado en una balsa y contemplando un reloj, para saber que la noche es desmesuradamente más larga que el día”

“…sentía desesperación y rabia ante la certidumbre de que me resultaba más difícil morir que seguir viviendo”

“...el heroísmo, en mi caso, consiste exclusivamente en no haberme dejado morir de hambre y de sed durante diez días”

No es una ficción del Gabo, pero a pesar de eso el relato permite evidenciar las primeras muestras de una voz propia que se valió de una historia real, contada por otro, para comenzar a experimentar lo que era la Literatura (García Márquez ya había escrito cuentos) y puede ser una pieza cómoda de leer y atractiva para quienes comienzan a conocer la obra de este gran escritor. Si te gustan los relatos y las películas de aventura, este libro es para ti.

Reseñado por @cristiancaicedo


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