Al final caí, me tocó a mí, estoy inmerso en mi propio confinamiento.
El temido virus me tocó con sus manos y vio en mí un estupendo huésped en el que alojarse, desarrollarse y reproducirse para seguir expandiendo su dominio y hegemonía en la Tierra.
Parece que no podemos acabar con él, es mucho más duro de lo que pudiéramos imaginar y a pesar de lo poderosos que nos sentimos, no hay ejército alguno posible capacitado para poder acabar con su existencia.
Ahora sentimos en nuestras propias carnes nuestra debilidad como especie y cómo un ser que ni siquiera podemos ver, que no somos capaces de comprender, tiene la capacidad para acabar con nuestras vidas de forma rápida, sencilla y limpia.
Por mi parte, yo me encuentro encerrado, tratando de no ayudarlo a su diseminación, es mi forma particular de acabar con él, de dejarlo preso entre mis muros hasta que agonice y muera debido a la dificultad que propagación que yo le impongo.
Otro confinamiento más, pero esta vez lejos de ti, de tu apoyo, cuidados, comprensión y ánimos que tanto me ayudaron en otras situaciones similares.
Ahora lo vivo en soledad.
Otros confinamientos: