Reflexiones desgarradoras XLIII.

XLIII

Perturbada mente la tuya, perturbada mente la mía, también. No hay nada que ocultar, pocas mentes siguen intactas, pocas no han pasado por tal sufrimiento que las ha llevado a un estado de degeneración en mayor o menor medida.

Medida, tomamos medidas de todo lo posible, datos y más datos acerca de todo lo que mínimamente nos puede definir. Edad, sexo, estatura, posición social… todos datos que buscan nuestra clasificación en un sistema que no soporta a todo aquel que se salga de lo que sus datos no pueden controlar.

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Te quieren controlar, pero no siempre pueden. Cuando es así, tienes un problema. Y es que no pararán hasta conseguirlo. Y es que el control está más normalizado de lo que parece actualmente, todo son relaciones de sometimiento, control y sumisión.

Sumisión, ¿qué puedo decir acerca de ella? ¿Qué decir para no seguir mi discurso irreverente y anti-todo? Mejor encaminarme hacia la sumisión sexual, la mejor forma de sumisión que existe. De esta forma una palabra con connotaciones negativas es capaz de darse la vuelta y convertirse en otra forma de placer.

Placer, quiero más placer y menos discusión, problema, rallada de cabeza, malentendidos, especulaciones, control y odio. Definitivamente quiero todo eso lejos de mí, abogo por el placer y el buen rollo.

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