Saludos.
Hoy, luego de lidiar con el afán y el ensueño de esta cuarentena surreal, me he decidido a publicar acá en Hive y hurgar un poco entre sus cámaras.
Disfruto escribir poemas (a veces en español, a veces en inglés). Hoy quiero compartir uno sobre el adiós, el cual pienso que tiene su propia geografía. A veces el viaje de regreso es imposible, aunque no siempre.
Imagen para libre uso comrcial en Pixabay
Esta cinta de azar fina
que ciñe el algodonar
con su blancura salina
me alejó de las orillas
acariciadas del mar.
Yo miraba el hilo azul
que unió el adiós
con la brisa,
que dio a las olas la prisa
para arrastrar tu peñero
por una ruta de escarcha
brillante y crepuscular;
y pensé en cómo ese mismo
aire vano y peregrino
puede soplar como guste
hacia el siempre o el jamás.
Celé del cielo la nube
que atestiguó tu partida,
que aún te vio desde arriba
cuando yo no pude más.
Miré hacia atrás la marisma,
sepultada de recuerdos,
enmarañada de nudos
en lo espeso del manglar;
miré su gesto sinuoso,
que mi miedo seducía
y sin pensar en la noche
que ya rondaba la playa,
yo partí contra el ocaso
con la promesa del día.