Los antiguos griegos creían que los poetas eran seres especiales inspirados por la divinidad y que las musas les concedían el don de cantar las grandes hazañas de los grandes héroes del pasado. En La Ilíada y La Odisea, el poeta (Homero) pide ayuda a la musas para que hagan surgir de sus labios las palabras de la historia que tiene que relatar.
De allí que haya quedado la costumbre de pensar en la inspiración como algo divino, como algo que nos cae del cielo. Algunos escritores suelen tener ciertos rituales (como Isabel Allende que empieza a escribir una novela nueva siempre en la misma fecha) que son otra manera de conjurar a las musas, de llamar la inspiración, porque piensan que esa fuerza los invadirá y así podrán escribir mejor. Sin embargo, no se trata sólo de recibir la inspiración sino de lograr trabajarla cuando llega. Con relación a esta idea me topé con una frase interesante en un relato del escritor japonés Ryūnosuke Akutagawa en la que uno de sus personajes, dedicado a escribir novelas, habla de la inspiración como algo que hay que aprovechar cuando llega:
"La inspiración apenas se diferencia del fuego. Si no se sabe avivar, aunque consiga arder, enseguida se extingue."
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Hemingway decía que la mejor manera de no sucumbir a la hoja en blanco era detenerse cuando se sabía exactamente lo que se iba a escribir a continuación. De esa manera, al volver a sentarse uno frente a la historia, tenía el punto de partida ya claro. Es lo opuesto de lo que piensa el personaje de Akutagawa que, cuando siente dentro de sí esa voz, decide escribir hasta la madrugada y aunque el cansancio intenta vencerlo, sabe que tiene seguir porque si se detiene, perderá el impulso y luego no podrá escribir tan bien como podría hacerlo en ese momento.
Puedo citar muchas otras opiniones y frases de grandes escritores que han hablado sobre este tema tan interesante, pero voy a rescatar una del colombiano Gabriel García Márquez, tomada de las conversaciones con Plinio Apuleyo que fueron recogidas en el libro El olor de la guayaba. Lo que me gusta de esta frase es que es bastante más racional y creo que se asemeja muchísimo a mi propia concepción de la inspiración. Dice así:
"Yo no la concibo como un estado de gracia ni como un soplo divino, sino como una reconciliación con el tema a fuerza de tenacidad y dominio [...] Hay un momento en que todos los obstáculos se derrumban, todos los conflictos se apartan, y a uno se le ocurren cosas que no había soñado, y entonces no hay en la vida nada mejor que escribir. Eso es lo que yo llamaría inspiración"
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Me gusta que el autor de Cien años de soledad hable de la inspiración como una fluidez que se da, que se siente natural, pero que es ganada "a fuerza de tenacidad y dominio". No es algo gratuito. Para el Gabo, no viene de los ángeles de una fuerza superior, es producto del trabajo, de ir puliendo el tema que se quiere tratar y dominarlo a un punto tal en el que las trabas dejan de existir. La inspiración, entonces, es fruto del trabajo.
He mencionado frases de escritores porque es lo que yo aspiro ser, pero la inspiración abarca también las diferentes artes y muchas otras áreas, así que aunque no escriban o no les llame la atención hacerlo, pueden dejar algún comentario ¿creen que existe la inspiración? ¿qué enfoque se parece más al suyo? ¿el del personaje de Akutagawa? ¿el de Hemingway? ¿el de García Márquez? ¿tienen alguna otra idea que quieran compartir? Los leo en los comentarios.
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Hola Cristian, sin duda, los procesos de cada escritor son muy diferentes, y hay a quienes les funciona sentarse todos los días a una misma hora, en cambio hay otros menos sistemáticos, como Henry Miller, por ejemplo, que decía que una voz le dictaba todo lo que debía escribir, y que si no le hacía caso, luego ya eso mismo que tenía que anotar no volvía, saludos.