Hace algunos ayeres, estaba en el museo que se encuentra muy cerca de la Universidad. El ambiente siempre se sentía muy expectante y yo lo disfrutaba bastante. Los de las generaciones a punto de egresar presentaban sus piezas en este lugar, y cómo ya era tradición, se organizaba un evento en el que participaban compañeros de la carrera realizando algún performance para los espectadores. Mientras esto sucedía, algunos de nosotros nos encontrábamos tomando fotos o conviviendo; charlando sobre lo que estábamos a punto de ver y sobre cómo había estado el trimestre en la carrera. Profesores, familiares, amigos y uno que otro colado estaban a punto de presenciar la inauguración de los graduados y participantes. Así, antes se daban las cosas en la carrera para poder exponer tus proyectos de arte digital, si embargo; con la llegaba del cobicho todo eso dio un giro.
Ahora, el panorama gira entorno a la virtualidad, las graduaciones y exposiciones de arte son en línea. La primera generación de haber hecho fue la del año pasado, hasta ese momento era algo extraño, ya que no hubo todo un ritual cómo solía serlo. Las pantallas se mostraban ahora con cada uno de los egresados explicando sus piezas y su funcionamiento. Recuerdo vagamente aquel evento, porque sinceramente estaba desinteresada. A casi ya unos meses de graduarme, se que no tendré una exposición presencial y eso por mí está bien, ya me acostumbré al hecho de que estoy viviendo una pandemia y que voy a exponer de forma virtual. Hasta cierto punto, lo considero disruptivo y me agrada la idea. Explorar la virtualidad como un espacio para exhibir arte no es nuevo, pero en nuestro contexto actual pueden surgir nuevas ideas disruptivas y proyectos en los que se deje como huella el inicio de nuevas formas de apreciar el arte en el futuro.