Hospitalizado

in #spanish3 years ago

Esa puerta entreabierta. Cada habitación un planeta. Y todos perdidos y encontrados en este espacio. Dentro de cada planeta habitación habita una persona -o dos- encarcelada por la fragilidad de serlo. Los pasillos de hospital son el éter, se hacen infinitos. A veces naves de dos piernas agarrando el soporte rodante de las bolsas que contienen suero salino y medicinas, conectadas a sus venas por cables de plástico transparente, los transitan con torpes movimientos de traslación sobre sí mismas y de rotación por el espacio hospitalario. Como meteoritos el personal sanitario las sortea, a veces con una sonrisa y otras con la preocupación en la cara. Aquí dentro la normalidad es el sobresalto. La luz siempre es blanca y casi siempre es de día dentro de este universo encapsulado.

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Mundo hospital

Hay gente que pasa por la existencia sin mancharse nunca las manos al limpiarse. Pareciera que no cagan. La verdad, sin embargo, del todo y la nada están aquí, donde cagar es bueno y mear es un logro. La verdad está aquí, en la dificultad de ducharte con la vía puesta en el brazo, en la de dejarse lavar sobre el colchón cuando la propulsión no tira o un drenaje te mantiene atado, literalmente, a la barandilla de la cama. La verdad está en las esperas, en el nuevo reloj que ya poco o nada depende de ti, en la pericia de todo el personal sanitario, de las enfermeras y los cirujanos y los radiólogos intervencionistas, en el acierto de los médicos, en la ternura de un celador o en el esfuerzo de una limpiadora. La verdad está en el alta del planeta vecino que ya estaba harto de que no le dieran el alta. Está en la limpieza de la habitación de enfrente donde dejó de gravitar para siempre aquel hombre que gritaba en distintos idiomas.

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Pasillo de hospital

En el hospital tú eliges. Celebras, porque al fin puedes comer, el caldo caliente que te traen en esa bandeja rozada que también es un pequeño universo con distintos espacios que encajan con la tapadera gastada o lo desprecias con asco. Tú eliges. Piensas y te desesperas por todo lo malo que te puede ocurrir o te instalas en la reparadora certeza de que el 95% de las cosas terribles que nos pueden pasar cada día nunca pasan. Tú eliges si te ves guapo con ese camisón que se anuda a la espalda, lo que hace que alguno lleve el culo al aire por falta de brazos familiares y exceso de desánimo; tú eliges si te ves guapo con ese camisón gastado por mil lavados que te ofrecen como a un reo al ingresar en prisión le dan su uniforme y si terminas comprendiendo que resulta cómodo para desvestirse a la hora de las pruebas diagnósticas o el quirófano. Y si eliges, como Mandela en su celda, ser libre en este destino obligado por necesario; aquí, donde te mantienen vivo, aunque sin tu vida, empiezas a aprender muchas cosas de todo esto de la existencia. Porque también tú estás ahora, como yo lo estoy, hospitalizado, habitando al otro lado de esa puerta entreabierta, en el planeta de tu habitación.

(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es

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