Jodida pandemia

in #spanish4 years ago

Jodida pandemia. El medio siglo del último disco de The Beatles nos pasó casi desapercibido. Aún vivimos repartiendo la mirada entre vídeos virales y apoyando los codos en el alféizar de la ventana. Michelle Obama lee junto a su marido, Barack, un libro infantil en uno de esos vídeos que me hace vibrar el móvil a su llegada. También el alma con ese niño del cuento que colecciona palabras. Michelle, ma belle era casi todo lo que McCartney sabía de francés. Si hubiera conocido a la señora Obama le habría dedicado aquella preciosa canción a ella. Una canción, Michelle, que se les coló, casi sin quererlo -de hecho, al principio no la popularizaron ellos sino un grupo llamado The Overlanders- en todas las listas de éxitos. Se hizo viral, empezando por Europa.


Michelle, a song of the beatles

Ahora todo es jodidamente viral, incluido lo vírico del coronavirus. El martes se celebró el Día Mundial de la Enfermería y pasó, sin embargo, con menos viralidad de la debida. La primera vez que lo celebrábamos sumidos en una pandemia y, sin embargo, tampoco supimos ver la oportunidad de poner el foco en quienes arriesgan más que nadie para cuidar a los demás. Sobre todo, ahora, cuando aquejados de la COVID-19 ocupan una de las escasas camas de hospital que, según las deseables ratios y las comparativas con otras provincias de la misma comunidad, hay en Málaga. Ángeles blancos, como llaman a las enfermeras en Oaxaca, México. A los ángeles de alas blancas que dice Maldita Nerea en su última canción Los abrazos prohibidos, esos que no se dan ni cuando el ser querido, destruido por el virus, fallece. Y se nos mueren/morimos muchos. El bicho mata.

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Michelle y su marido leen cuento infantil

Dejando los debates sobre la feria de agosto malagueña al margen, los resultados del estudio de seroprevalencia han sido un jarro de agua fría en la mollera social de los malagueños, de los andaluces, de los españoles. Ni Madrid alcanza ese 50% o 60 % al menos que los epidemiólogos consideran necesario para considerar que el país ha alcanzado la denominada inmunidad de rebaño o inmunidad colectiva. Madrid está aproximadamente en un 11% de la población inmunizada por los anticuerpos autogenerados tras el paso del virus por su organismo, hayan caído enfermos o no. Vamos sabiendo cosas del bicho y algunas no son buenas. Otras sí. El estudio llevado a cabo en el hospital Monte Sinaí se atreve a confirmar que la inmunidad se produce. Los anticuerpos que producimos tras el paso del virus o al haber superado la enfermedad son de buena calidad, neutralizan al virus, no sólo nos defienden detectándolo y resistiendo, también le atacan y se lo cargan. Pero…

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Inmunidad, ¿qué inmunidad

Seguimos sin saber cuánto dura esa inmunidad. Y en estos momentos en España sólo tenemos esos anhelados anticuerpos un 5% (4,4$ en Málaga). Nada, mientras no haya una vacuna generalizada y eficaz. Por lo tanto, la denominada desescalada se produce en un momento de indefensión. Con el problema añadido de que el estudio ha venido a confirmar también, en sus primeros resultados, que el virus mata más de lo que se creía. Nos cuentan que la ratio de letalidad está en un 1%, y no vamos a perdernos en la diferencia de conceptos entre mortalidad y letalidad etc. (eso se lo dejamos al niño del cuento de los elegantes Obama). Pero lo que se nos da como datos oficiales da otra cosa. Los que aún sabemos hacer reglas de tres (ahora que las Matemáticas andan también en la UCI en la nueva Ley de Educación) podemos hacer cuentas. Si tenemos unos 230.000 contagiados oficiales en España y 27.500 muertos, seis niños entre ellos (en Málaga el jueves se alertaba del primer repunte preocupante, sumábamos 81 contagiados, una hospitalización más y otro fallecido; en Andalucía unos 1400) la cuenta es fácil de hacer quitando ceros. 230.000 lo dejamos en 23.000 y les corresponden, quitando también un cero a 27.500, unos 2750 fallecidos. Con un cero menos: de 2300 contagiados mueren 275. Otro cero menos: de cada 230 han muerto unos 27 (olvidemos el 0,5). Y si quitamos el último cero: de cada 23 contagiados diagnosticados se mueren 2 o 3 personas. Dios…

Tenemos un problema, pero parece que invertimos el tiempo en generar otros -las trincheras se hacen más profundas y ruidosas- Debemos emplear cada minuto en plantar cara a la pandemia cambiando lo que hay que cambiar y protegiendo a quienes se van quedando atrás. En defensa propia, porque lo contrario generará inestabilidad y miseria. A quienes mueren ya no les importa cuándo va a llegar la vacuna. Pero, si pudiéramos preguntarles, quizá sí les importase (y pido perdón por teorizar en su nombre) que mientras la vacuna llega aprovechemos para arremangarnos, mascarilla en rostro y más unidos que nunca, aunque a dos metros de distancia, y hagamos en su nombre lo que hay que hacer, salir reforzados de esta ruina que nos ha caído encima, sanitariamente, moralmente, socialmente y, aunque muy heridos y tocados del ala, también remontar el vuelo económicamente…

(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es