La crianza, un grandísimo acto de amor

in #spanish5 years ago

Al culminar una sesión con un niño, me puse a pensar en la crianza y en mi punto de vista al respecto. De ahí que me preguntara...

Para mí, ¿qué es la crianza, la disciplina y el respeto?


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La crianza es orientación, es apoyo, es ayuda; es un proceso gradual donde figuras -generalmente paternas- acompañan y guían al niño en su desarrollo biológico, psicológico y social. De ahí que vea al patrón de rutinas, normas y reglas denominado disciplina como un medio para un fin, una herramienta para enseñar y transmitir.

Ahora bien, el respeto es un valor imprescindible puesto que implica aceptar, tolerar y reconocer el valor de sí mismo y de los demás. Para entender el respeto, pongamos un ejemplo fácil: estar en casa y no tratarse a golpes o con insultos. Ahí se está considerando al otro, con todo lo que él es; por ende, se le está respetando, como ser humano y como miembro de la familia de la que es parte.


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En terapia, es elemental preguntarles a los padres sobre su método de crianza y que éstos detallen lo más posible cómo es y cómo no es [la crianza]. De manera que uno como psicólogo pueda hacer un bosquejo de la realidad del niño y del núcleo familiar que lo rodea, para posteriormente, plantear un tratamiento que se adapte al niño y a su entorno, lo que incluye a la familia.

Sin embargo, son muchos los casos donde falta un componente o el mismo está siendo llevado de una forma ¿inadecuada?. por decirlo de alguna manera. Por lo que al captar esos detalles, uno hace las observaciones pertinentes a los padres para que estos vayan cambiando los patrones básicos que pudieran estar alterando el desarrollo y funcionamiento del infante. Es decir, para que la crianza tome un rumbo que favorezca el desarrollo del pequeño individuo.


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En algún momento, de forma directa o indirecta, surge la interrogante...

¿Cómo podemos formar niños con valores, independientes, inteligentes intelectual y emocionalmente?

Enseñando a través de la palabra, el juego, reforzadores y el ejemplo. Con reglas y normas, con disciplina . Con empatía, respeto y paciencia. Sin gritos, golpes, jalones o insultos; sin maltrato físico o psicológico. Sin etiquetas o generalizaciones. Con límites y consecuencias, sin extremos (no muy permisivos o muy sobreprotectores).

A un niño se le escucha, se le apoya, se le guía, se le orienta y se le respeta su tiempo (para que piense, reflexione, elabore, o para que simplemente sea un niño). Se le transmiten valores, reglas, normas y límites que moldeen su comportamiento y le permitan desenvolverse por sí mismo e interactuar con su entorno.

Nadie nace aprendido así que es nuestro deber como adultos -ya sea en nuestro rol de padre, maestro o psicólogo-, educar a los más pequeños.


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Y ahora, la incógnita que inspiró esta publicación, ¿qué es la crianza, la disciplina y el respeto sin amor? ¿Influencia el amor en la crianza?

Así como importa la disciplina y el respeto, importa el amor. Estamos trabajando con seres humanos, estamos hablando de la crianza de seres humanos, ¡de niños! Donde se necesita afecto, demostraciones constantes de cariño.

Es esencial el tener momentos para abrazar, besar, hablar, compartir; momentos para demostrar amor. El escuchar, el validar los sentimientos y no imponer los propios, el entenderlos, respetarlos a ellos y a su tiempo, las felicitaciones, el protegerlos y el enseñarles son demostraciones de amor. Además, ¿qué sería de las orientaciones, de las órdenes o del apoyo sin ese tono que, fácilmente perceptible o no, está cargado de afecto?

Podría decirse que la crianza en sí misma puede ser -o es- un grandísimo acto de amor, donde hay un montón de dedicación y estima. Quien aplica la disciplina y el respeto con abundante amor en la crianza, es posible que esté contribuyendo al desarrollo de un ser humano maravilloso y excepcional. Uno con seguridad y confianza en sí mismo, capaz de ser autónomo y especialmente, un niño y futuro adulto feliz.

Al final del día, si somos parte de la crianza de un niño es importante que pensemos en su felicidad -presente y futura- de ahí que lo orientemos, lo escuchemos y respetemos sus etapas, como también que disfrutemos de dichas etapas a su lado mientras le brindamos todo el amor que tenemos para darle.


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Gracias por llegar hasta aquí, gracias por leer(me).