Año 2018, fuiste una perra descontrolada

in #spanish5 years ago

Tengo ya más de un mes que no me siento a escribir. Mi cabeza ha estado dando vueltas, indisciplinada, y no he podido organizar del todo mis ideas. Tenía, desde inicios de mes, la idea de resumir mi año en un texto, pero no decidí no arrancar antes: esperé a vivir la experiencia hasta el último día, masticarla, inhalar por completo mi 2018 hasta poder, al empezar a sentir la quemazón en los pulmones, exhalar toda la humareda. Este año fue una experiencia completa.

¿Has tenido inicios de año locos? Pues a mí el primero de enero, a las 9 de la mañana, estaba amenazándome un hombre con una navaja en la puerta de mi casa. Recordar la situación me da grima, me eriza los vellos de los brazos. Casi apuñalan a uno de mis perros. Aunque la situación no fue, al final de las cuentas, gran cosa, marcó profundamente mi rumbo este año: sentí que debía, de una forma u otra, cambiar mis hábitos de vida. Sentí que debía alejarme de lo que me entorpecía, que debía ocupar más tiempo en lo realmente importante. Aunque claro, mi reflexión real el día 2 de enero era, más o menos, “marico, no quiero salir más nunca weon, no quiero meterme en peos estúpidos más nunca”, y pese a que me lo tomé así al principio, llevado por el miedo y la vergüenza, terminé entendiendo la lección desde otro enfoque. Lo tomé como una metáfora: mis decisiones del año pasado podían haberme causado consecuencias gravísimas en mi futuro.

Las cosas, luego del inicio de año psicótico, no mejoraron mucho. Uno en la vida, pese a que afirma no creer en nada, siempre concentra su fe en algo. Yo concentré, por unos añitos, mi fe, mis fuerzas, mi interés y mi tiempo en ser médico: creía ciegamente que iba a lograrlo. No llegué siquiera a pisar la Universidad de Oriente de Puerto La Cruz.

Sentía que me habían arrebatado mi sueño, que ya no tenía ganas de nada. No soy nadie para hablar de justicia ni de lo que corresponde a cada quien por derecho… pero sentía, en ese momento, más o menos la segunda semana de enero, que me arrebataban injustamente mi sueño y que había echado un año y medio de mi vida al garete. Estuve, como resultado de mi desesperada sensación de injusticia, muchos meses perdido, muchos meses buscándome a mí mismo y a un culpable. Tarde noté que yo mismo era el culpable, y que ser el culpable no tenía por qué ser algo trágico.

Viví, durante esa época del año, una forma de amor que no conocía. Un amor ausente y divertido, pero vacío. Un amor indeciso e incómodo. Arjona describió la lección en “dime que no”, pero yo la interpreté a mi manera. La incertidumbre de no saber qué coño siente la otra persona, aunque dolorosa, resulta deliciosa y adictiva; no resulta sana a largo plazo, pero en corto puede impulsarte, puede sacarte del charco. Terminó como debía terminarse, ocurrió lo justo y necesario. Aprendí un poco más a ser un intento de hombre coherente, porque la coherencia perfecta no existe, así que gracias.

En paralelo a todo eso, la situación del país nos golpeaba duro, en mi casa. El sueldo de una profesora no alcanza para pagar casi nada, y éramos cinco personas con cuatro perros en una casa. Hubo momentos muy crudos en lo que deseé derrumbarme. Admito haberme dejado llevar, como si fuese una hormiguita asustada sin criterio, por el impulso de irme del país al ver como mis amigos emigraban de uno en uno… y yo sin el puto pasaporte. Me sentía ahogado, hambriento, desesperado e inútil.

Hubo algo que si terminé en este momento dark de mi vida: eu posso falar portugues, terminé un curso de portugués a finales de enero. Debía decirlo porque quiero hacerte creer que soy cool. Ahora sí, continuemos.

La gran cereza del pastel llegó al ingresar a un curso de farmacia en Cevenca. El curso era lento, soso, y no sentía que estaba aprendiendo nada. Al profesor se le hacia difícil asistir siempre y cuando iba la clase era un desastre. Agh, era estresante. Como si la vida me dijese “húndete más en la puta mierda”, entraron a robar a Cevenca, como lo describo aquí: https://steemit.com/spanish/@jesusmartinez99/bitacora-de-un-venezolano-atracado-hoy-oficialmente-soy-venezolano

Estaba aislado, deprimido y en la mierda. Leer cosas así de deprimentes debe resultarles tedioso, y los comprendo. Las personas que escriben repugnancia, dolor y tristeza son repugnantes, dolorosas y tristes. Un día note que tenía muchas cosas que escribir. Me dije “coño, esto es una mierda… ¿y si escribo al respecto?”, y si, empecé a escribir.

Como un rayito de luz, conocí Steemit. El sistema, que tampoco es que sea milagroso pues cuenta con muchos detalles incoherentes, permitía y permite a todo tipo de personas ganar dinero expresándose.

Necesitaba ganar dinero con urgencia y las letras me fluían rápido, así que empecé a escribir. Una confesión: empecé a escribir por necesidad, y si me toca agradecerle a la vida por algo, pues le agradezco por ponerme los obstáculos, las herramientas y la voluntad para remover al puto obstáculo del camino mediante la elocuencia barata y las letras.

En febrero, a finales de mes, murió, despidiéndose con una sonrisa y con calma en su mirada de ojos claros, mi abuelo Francisco Manuel Guevara Carvajal. Convivir con un familiar con alzheimer es una experiencia muy compleja, pero divertida. Hice un post en Steemit, por si les interesa leer algo corto hecho con amor: https://steemit.com/photography/@jesusmartinez99/caripe-en-honor-a-mi-querido-viejo

Estuve so close de dejar de estudiar y de escribir. Un amigo me consiguió trabajo en un supermercado de cumana. Entraba a las 7 de la mañana, salía a las 6 de la tarde y me iban a pagar sueldo mínimo. Un coño e’madre, decidí seguir escribiendo, aunque el destino fuese inseguro, a ver mi vida pasar allí.

Los meses pasaron y no sabía que iba a hacer con mi vida. Estudiaba biología en la UDO pero, por mucho cariño que le hubiese agarrado a la universidad y a su gente, el hecho de no haberme podido cambiar a medicina me hacía desear cambiar urgentemente de aires.

Escuché que una universidad pequeñita y nueva ofrecía la carrera de comunicación social en una zona céntrica y cuidada, así que me acerque a ver qué tal. Resultó ser el último día de inscripciones, y aunque no tenía ni puta idea de sobre qué trataba la carrera, me lancé por ahí para no quedarme sin nada que hacer. Corrí a llevar mis papeles y, kabum, ingresé a una nueva carrera.

El choque que sentí al cambiar de la UDO a la UCSAR fue brutal. Pase de un ambiente post-apocalíptico, con inmensos espacios vacíos, abandono, profesores exigentes y un sacrificio general palpable por “tratar” de ir a la universidad, a un ambiente pequeño, bonito, repleto de miradas esperanzadas e inocentes de la vida, profesores atolondrados y un sentimiento extraño de abundancia. Fue un choque que odié al principio, pues literal sentía que odiaba a todo el mundo, pero más temprano que tarde me termine acoplando a la nueva realidad. Claro, también me gustaba mucho ver culos nuevos.

Escribir en Steemit, además de hacerme a mí mismo conocedor de que no soy un mocho expresando mis ideas, me dio la capacidad de pagarme mis estudios y de socorrer en los gastos de mi casa, y joder, eso me hacía sentir orgulloso.
La universidad, al ser católica, me llevo por las malas, pues valía puntos en una materia, a conocer cosas de la iglesia y de Dios que desconocía. Visité el asilo de ancianos y estuve presente en una ceremonia eclesiástica ligeramente importante. Hoy me siento reconciliado, en gran medida, con un Dios que antes negaba, gracias a muchas cosas que estuve obligado a estudiar. La clave estuvo en abrirme a las experiencias nuevas.

Mes a mes, mi vida fue mejorando. Empecé a apasionarme con la carrera y empecé a sentir que, al escribir tanta mierda, estaba mejorando paso a paso todo. Haré publicidad gratuita al maestro Ludovico Einaudi: escucharlo tocar el piano logró apaciguarme en momentos de ira, rabia, tristeza y desesperación.

La vida me condujo, casi que de la mano, hacia uno de los mejores aprendizajes posibles. Siguiendo una nueva filosofía de vida, aprendi cosas que ya sabía pero que prefería ignorar: aprendí a disfrutar la vida, a conectarme con la abundancia, a permitir que la vida fluya y a ser el mejor yo posible. Suena a fanatismo religioso o una cosa de esas, pero todo lo contrario: el cambio proviene de uno cuando a uno le da la puta gana de mejorar y la filosofía lo deja bien claro mientras vas estudiándola.

Fue el año del mundial, y casi no pude prestarle atención. Siento, con dolor, que Cris y Messi están ya muy cerca del retiro y que Mbappe se alzara próximamente como el rey del futbol. Temo mucho volverme viejo e incapaz de apasionarme por lo que me apasiona.

Escribí mi mayor obra hasta el momento en septiembre: “ https://steemit.com/cervantes/@jesusmartinez99/el-misterio-del-piano “, la inspiración surgió al leer un escrito medio bizarro de Alexandra Rondon, cosa que nunca le dije. Estoy feliz de haber sido parte del grupo de personas que decidió subir al facebook los escritos que les salían del forro: me alegra que ver movimientos así, ver que hay talento.

Los meses seguían pasando. Este año estuve desconectado de mis visiones típicas del amor romántico. Me alejé yo mismo del caos y del desorden. Tuve noches desenfrenadas, borracheras y desmadre, sí, pero mi cabeza ni mi cuerpo sentían igual que otros años.

No he conocido hasta hoy ningún humano que no desee amar. Todos desean amar, todos desean sentir calor ahí, en el pecho. Yo lo que deseaba era simple paz: deseaba llevar una vida tranquilita … pero me enamore de una loca. Me enamore rápido de sus sueños, de su risa, de sus chistes de mierda, de su mirada y de su calor. Me enamoré, un poquito más lento, pues me tomó más tiempo entenderlo, de su fragilidad, de su carácter de mierda y de su capacidad de sorprenderme. Me enamore de la experiencia de vivir el amor justo cuando había decidido cerrarme a vivirlo.

Je peux parler un peu français, oui. Además del curso de portugués, hice un curso de francés. En un año aprendí a manejar, más o menos, dos idiomas diferentes. La meta para el siguiente es dominarlos.

Ha sido un año de putísima madre, desde lo bueno hasta lo malo, y de todo se debe aprender.

Independientemente de si este gobierno se va o se queda, deseo, para mi próximo año, un carro, más cursos tripeantes, mas playa, mas viajes, mas risas, mas ron; deseo salud para mi vieja, paz para mi padre, amor, dinero y paz para mi gente y música, mucha más musical. Escribiré un libro para el próximo año: esa es mi meta.

El Telos, la finalidad, del hombre es ser feliz. Cuando el hombre es feliz, es la mejor versión de sí mismo. Cuando el hombre se da cuenta de que el mismo puede elegir ser feliz, se da cuenta que ya lo tiene todo: que ya es la mejor versión de sí y que puede lograr lo que desee en su puta vida.

Te amé desde lo difícil hasta lo bailable: gracias, 2018.

Ven aquí ahora y sé mi perra, 2019.

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