El enigma de Baphomet (238)

in #spanish5 years ago

Captura de pantalla 2018-11-17 a las 17.37.02.pngMás adelante me enteré de que no era viuda, cosa que había supuesto a primera vista. Le debí de caer bien a la señora y encontré, a lo largo de la conversación, la oportunidad única para obtener estancia gratis en el momento en que me hablaba de que, claro, al ser español y no tener los permisos de trabajo arreglados, sería imposible que yo le pintara todas las dependencias del negocio durante las vacaciones —les grandes vacances—, decía ella.
Aunque mi francés había mejorado un poquito, de aquella conversación salí con dolor de cabeza. En lo fundamental nos fuimos entendiendo. No obstante, mi francés mejoraba de día en día y yo estudiaba como un cosaco en todos los ratos libres que podía.
En ese momento le insinué que era muy fácil arreglarlo. Con todo el atrevimiento del mundo le dije que nadie tenía por qué saber que ella y yo no éramos amigos desde hacía mucho tiempo; lo único es que yo tendría que vivir en su casa, y entonces le conté mi vida como pude, incluso pormenores acerca de mis padres, para ver si así la convencía. Viviendo en su casa, nadie podría denunciarla de que tenía un trabajador sin seguros sociales. En esto, llamó por teléfono a un tal Rabusseau, que luego resultó ser el director de aquel centro, que, aunque estaba de vacaciones, tenía pinta de ser su asesor y consejero. El tal Rabusseau no se fiaba porque se presentó en unos minutos y me sometió a un interrogatorio que parecía el de la policía de Astorga en el Instituto, según está relatado en el otro libro del profesor de Lengua.
Yo me cansé y, además, como estaba chapurreando inglés, que era en lo que con más fluidez me podía entender con aquel hombre, le dije que no hacía falta que desconfiaran. En inglés nos entendíamos mejor que en francés, y se me ocurrió ofrecerle trabajo gratis durante una semana en prueba, para que vieran que yo era capaz de pintarle todo el complejo durante los dos meses que me quedaban de vacaciones, pero que comprendieran que yo estaba pagando un hotel, y como yo les cobraba la mitad que un pintor francés y sin seguros sociales, lo que sí necesitaba es que el alojamiento me saliera gratis, porque si no, no me merecería la pena.