SPANISH El Enigma de Baphomet (312)

in #spanish3 years ago

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Tampoco podía quitarme de la cabeza que redactamos este libro para distracción y pasatiempo de nuestros lectores utilizando los sufrimientos espeluznantes que padecieron antepasados nuestros en uno de los holocaustos más sangrientos de la historia.

A veces he llegado a plantearme, a medida que hemos descubierto documentos acreditativos que relatan los hechos de nuestro libro, renunciar a nuestra especie, la especie humana, estirpe de criminales, proxenetas, pederastas, violadores y calumniadores, especie contradictoria y desconcertante. Prefiero no pensar en ello porque me anonado y me deprimo irremisiblemente. ¡Menudos prendas estaban hechos nuestros ancestros! Es que es evidente que los que hemos nacido y subsistido somos los descendientes de la peor calaña de las sociedades pasadas —como dice Counillac en su diario—, que se impusieron a las gentes más buenas eliminándolas antes de dejarlas reproducirse. Quizá sea por eso por lo que llevemos el gen de la maldad en cada una de nuestras células, a pesar de que, de vez en cuando, surja algún que otro mutante altruista. Y encima, la gente más altruista escoge el celibato para no dejar descendencia, creyendo que es el estado más perfecto: ¡qué equivocación tan tremenda!

—Sí, claro...

Pablo asentía a mi monserga dando una cabezada, y nos quedamos dormidos hasta que la tripulación nos despertó por los altavoces con un bocinazo anunciando la proximidad del aterrizaje.

Llegamos a Madrid bastante cansados. Clara y Nora nos esperaban juntas en el aeropuerto de Barajas, delante del panel de llegadas de vuelos. El avión de Yerevan llegó con media hora de retraso.

Dentro todavía, en la cinta de las maletas, me dijo Pablo:

—Supongo que no habrán detectado la pistola en el equipaje y nos esté investigando la policía.

—¿Pero no me dijiste que la habías tirado al lago Sevan igual que hizo Nora? Casi me da un soponcio.

—Puedo alegar que es para una colección de armas en caso de ser detectada, y que voy a registrarla inmediatamente. Yo estoy limpio. No soy sospechoso de nada y no tengo ningún antecedente de penales. Por si acaso, lo que tiré fueron las balas. Si estuviera cargada o viniera munición con ella sí que sería más sospechosa. Ahí vienen las maletas. Ha habido suerte.

Cuando me cercioré de que eran las nuestras, me sentí aliviado.
Había terminado la pesadilla.

Clara y Nora estaban preciosas. Después de los besos y saludos dijo Nora:

—El soborno me costó caro —se dirigía a Pablo—, seis mil dólares en metálico. Mi contacto en Armenia me dijo que es uno de los estados más difíciles para sobornar, porque hasta el funcionario acusado de mayor corrupción profesa una moral inquebrantable.

Aceptó cuando le dije que era una pistola nueva, que no había disparado ni un solo tiro, que no venían municiones y que era para una colección. Me respondía que eso daba lo mismo: “sea para colecciones o para rodar películas con ella; como si es para competir en tiro olímpico. Pasar armas en el equipaje o solamente piezas de pistola por separado vale muy caro, porque es una cadena de personas la que tiene que aceptar ser sobornada”. Así que te ha costado caro el capricho de conservar tu pistola.

Pablo le contestaba:

—¡Con lo fácil que me ha sido sacar de España la pintura románica original tabla por tabla. Sólo he tenido que decirle al guardia que las llevaba en la cabina porque son piezas de anticuario que me han costado muy caras, y que las llevo para decorar mi casa de Boston... La ventaja es que en España no está tan vigilado ni castigado como, por ejemplo, en Turquía sacar piezas del patrimonio artístico.