UN BESO EN SAN VALENTÍN | Novela romántica. Parte 11

in #spanish4 years ago

Febrero es un mes ideal para las bodas y las fiestas gracias a la magia que aporta el día de San Valentín, pero también puede ser un mes lleno de estrés y preocupaciones. Disfruta de esta romántica historia de amor que estuvo a punto de morir por culpa de San Valentín.

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Foto propia

Capítulo 11.

Llegó al edificio donde estaba ubicada la revista y corrió al interior. Como lo había supuesto, ella no estaba. Al ver que la recepcionista aún se encontraba en los alrededores, la abordó preguntándole por Jessie.

—Se fue hace una hora —dijo la mujer mientras sacaba un peine de su cartera para arreglarse el cabello antes de retirarse del trabajo. Su jornada por fin había terminado.

—Fui a su casa y no está. ¿No sabes si tenía planes? —preguntó, controlando la desesperación que lo abrumaba. La mujer alzó los hombros con indiferencia.

—No iba sola, la acompañaba uno de los redactores. Quizás fueron a tomar algo o a cenar.

El hielo se extendió por las venas de Ethan, paralizando los latidos de su corazón.

—¿Un redactor? ¿Será Oswald? ¿Iba con Oswald? —quiso saber casi al borde de la histeria.

La recepcionista, por estar ocupada mirando su reflejo en un espejo de mano mientras se peinaba, no pudo percibir cómo la ira y el miedo consumían al hombre.

—Sí, Oswald Levine. Salieron juntos.

El hielo que se había colado en su sangre se volvió agua cuando esta hirvió por la amargura. Su mayor miedo se hacía realidad: el tal Oswald existía y estaba con su chica.

Salió del edificio sin despedirse, con la vista nublada y el cuerpo tenso. Repasó la calle de punta a punta, sin saber qué hacer. No sabía dónde buscarla y no tenía tiempo de recorrer la ciudad, lo esperaban en la cafetería y ya debían estar desesperados al notar que tardaba.

Lleno de frustración y con un dolor latente en su pecho, regresó a su negocio. Allí al menos se hallaba su teléfono móvil, con él trataría de comunicarse con ella, pero fue inútil, estuvo una hora esforzándose por llamarla sin recibir respuestas y no podía descuidar el trabajo.

Gary había tenido que marcharse antes de que él llegara, al terminar el horario de la cafetería. Se había citado con su esposa en un restaurante, en uno de sus inagotables intentos por recuperarla. No podía interrumpirlo, así que debía quedarse a cargo. Los empleados estaban haciendo aquel sacrificio de trabajar horas extras por su empeño de sacar adelante un segundo emprendimiento.

Jessíe, por su parte, no quería ir a su casa, deseaba estar sola, por eso prefirió pasear por la imponente Brooklyn por horas desconectando su teléfono móvil para que nadie la molestara. Anduvo por los barrios cercanos pensando en todo lo que le había dicho Gary, tomándolo para sí misma sin notar que aquello estaba dirigido a él.

Nunca imaginó que Ethan se sintiera tan presionado por querer salir adelante. Supuso que ya todo lo tenía hecho, solo debía mantener el ritmo de su trabajo para no fracasar, pero jamás se le había cruzado por la mente que él tenía una fuerte sensación de vacío asfixiándolo y que se esforzaba por llenarla con más y más emprendimientos.

Mucho menos tuvo conciencia de que ella fuese un motivo para aumentar esa presión. No quería significar eso para él, pues, se había enamorado de lo que era, no de lo que pudiera ser en un futuro. No necesitaba más, solo tener la seguridad de que él estaba a su lado, de que se sentían a gusto y de que sus momentos juntos podían ser tan alegres y entretenidos que los desconectaba del duro día a día que ambos afrontaban.

Quería ser su compañera, no una carga pesada que estaba obligado a llevar sobre los hombros. Eso transformaba a la relación en algo traumático e incómodo. La llenaba de tantas obligaciones y sacrificios, que era evidente que terminaría llevándolo a él, o a ella, a otros brazos donde buscar consuelo por ese gran peso.

Jessie comenzó a sentirse desesperada, pensó que Ethan estaba confundiendo el motivo por el que estaban juntos… ¿o quizás fuera ella?

Recordó el tema de los hijos y la negativa de Ethan por tenerlos, y de no hacerla parte de su realidad al no llevarla a conocer a toda su familia. Él dejaba la puerta abierta, pero solo una rendija. No le permitía mirar más adentro, ni dar un paso adelante. Marcaba un límite, como si aún no estuviera seguro de querer seguir con ella. Eso la entristeció y la llenó de temores. ¿Acaso ella solo era un pasatiempo para él?

Jamás le prometió nada, solo intentarlo.

Sin embargo, ¿ella lo había dejado entrar completamente en su vida? ¿Lo llevó a conocer a sus padres o estaba dispuesta a darle hijos para retenerlo?

Tenía demasiadas dudas, demasiadas inquietudes revoloteando en su cabeza. No sabía a quién echarle la culpa de lo que pasaba, o determinar si realmente pasaba algo o todo era producto de su cabeza agotada por los problemas.

Necesitaba calma para pensar con claridad, por eso se dirigió al Brooklyn Heights Promenade, uno de los muelles de la ciudad que poseía unas vistas insuperables de Manhattan. Por la oscuridad de la noche, los grandes edificios parecían montañas cubiertas de estrellas antecedidas por la calma de las aguas del río. Se quedó allí por un buen rato, perdió la noción del tiempo cuando sus lágrimas hicieron presencia al mezclar sus conflictos actuales con recuerdos del pasado, con la separación de sus padres por la falta de amor y comprensión, obligando un matrimonio que para ambos significó una carga.

No pudo evitar compararse con ellos, sintiéndose culpable por lo que ocurría con su relación con Ethan, ya que podría estar presionándolo como lo habían hecho sus padres con su matrimonio.

Cuando decidió regresar a su departamento, era muy tarde. Trató de comunicarse con su novio, pero él no respondía. Debía estar aun finiquitando lo referente al pedido que debía entregar al día siguiente.

Así que no le quedó más opción que derrumbarse en la cama y cerrar los ojos agotada, dejándose llevar por el sueño.

La mañana del viernes 14 de febrero, Jessie estaba inquieta. En el ambiente de la ciudad volaban mensajes e imágenes alusivas al día del amor, demostrando que las máquinas publicitarias de todas las empresas estaban bien aceitadas y desde las primeras horas hacían estallar sus mensajes consumistas por todos los medios posibles.

Ella salió a la calle controlando su irritación. Sus problemas personales no estaban en consonancia con lo que divulgaban ese día, con ese ambiente de ternura y pasión que pregonaban y le producían más culpabilidades y angustias.

Antes del ir al trabajo pasó por la cafetería esperando hallar a Ethan, pero solo encontró a Gary, quien comenzaba a asumir sus responsabilidades con un semblante demasiado abatido.

—¿Tardará?

—No sé si vendrá en la mañana. Iba a reunirse con la mujer que organizó la despedida de soltera. Ella planifica una cena que se realizará antes de la boda de su prima y quiere contratar el servicio de cáterin.

La noticia estrujó el corazón de Jessie con mayor fuerza.

—Han tenido buenos resultados con ese emprendimiento.

—Es una locura —se quejó el hombre—. Anoche hablé con Ethan de ese tema. Es demasiada presión, yo ni siquiera puedo con la cafetería.

Ella respiró hondo y sonrió con melancolía. Estaba feliz por Ethan, porque era un hombre decidido y capaz que no descansaba ante ningún obstáculo por alcanzar sus metas. Eso era admirable.

Se marchó afligida y con la vista dirigida al suelo, pensando que de momento había perdido la batalla. Ese día sería una locura para él y era imposible que conversaran, quizás, mañana lograría encontrar un tiempo para abordarlo y evaluar si tenía oportunidad de recuperar su relación o no.

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