Acabo de salir del baño, el segundo del día. Después de la plasta de ayer, el calor húmedo de hoy, también se me vino largo, al final, me he cortado el pelo, como he podido, pero el calor que me estaba dando, los putos cuatro pelos, era inaguantable, molestaba hasta por la noche. Me tenía inquieto y como ya he dicho otras veces, no me gusta la imagen de boxer viejo que doy.
Me noto, los ojos un poco hundidos y la gente me ve cara de cansancio. Ha sido un trimestre, que ha sido colofón de un año que empezó con todo su mal, el catorce de Marzo de 2020, inaguantable en su rutina, su pesadez, inaguantable en el poso de pesadez que va dejando y cala hasta los huesos.
El pelo, me ha costado cortarlo en exceso, la máquina, perdía corriente, y el calor, con la humedad en el pelo, no ayuda a cortarlo, antes de ponerme a escribir, he estado liado con el pelo que sale donde no debe y del grosor que no debe, algún día controlarán la genética de todo esto, pero ya sé, que para mi será tarde.
Hace nada, cuando curioseaba en el mar de libros que siempre he tenido a mi disposición, todo el futuro, parecía posible, era cosa de unos años vivir en ese futuro que estaba ahí, al alcance de la mano. Ahora, desde el filo que da vértigo de mis cuarenta y siete años, solo veo que el fin se aproxima más rápido que las supuestas innovaciones, que le vamos a hacer, habrá que resignarse, tampoco es algo que necesite, el daño, más que nada, arrasa en lo que pueda quedar, de las ilusiones de niño.
Por poner un ejemplo, todo lo de los drones y los coches impulsados por otros combustibles, como el hidrógeno, ya estaba en los libros, ya era "tema común" de conversación y hablamos de muy a comienzos de los ochenta. Quiero recuperar y voy a recuperar todos esos libros, serán el material, que podré ojear en mi senectud y calibrar el grado de cumplimiento, hablamos que en el momento actual, son casi cincuenta años desde que tengo el libro, no creo que en treinta o cuarenta años, la cosa vaya a cambiar mucho, llamadme descreido.
