A veces...04082021

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A veces todo cuesta bastante más, y la respuesta no por simple, es sencilla, consiste en dejar pasar el tiempo, ese aliado que todo lo calma, hasta que deja de importar, o duele de otra forma, amortiguada, siempre menos. El peso de los acontecimientos.

Hace ya once años de que mi vida cambió de rumbo de forma casi definitiva. El cierre del negocio propio, la tienda que puse tanto tiempo, trabajo e ilusiones, era un agujero negro que amenazaba con devorarme. Una relación que no llevaba a nada con una persona con unas prioridades y un leit motiv que me empujaba hacia las partes más oscuras y peores de mi mismo.

En ese ya lejano 2010 conocí los abismos insondables de todo el dolor, duda y frustración inimaginable, llegué a las partes más cenagosas de mi alma y el dolor, la muerte, y la violencia, eran respuestas tan naturales, como puede ser hoy en día beber un vaso de agua del grifo.

En esta semana, al borde de las vacaciones después dieciocho meses de ininterrumpida atención a las almas que confían en mi para su asesoramiento, puedo con orgullo, ver todo eso, como si fuese la vida de otro que me están contando. No soy de exhibir cicatrices, prefiero esperar sereno los acontecimientos del futuro.

Mis padres, por circunstancias de la vida, van a alquilar dos de las casas que tenemos, ha generado estrés si, pero la cosa, parece controlada, lo único, la casa familiar, reducto de todo lo acumulado en una vida, necesita ser vaciado, antes que manos extrañas, decida que destino dar o no dar a lo que nos acompañó durante tantos años.

La vida, ha cambiado mucho últimamente, quien me iba a decir que esas enciclopedias, esos libros, esos discos que parecían tan valiosos en su momento, hoy en día no es que no valgan nada, si no que son un estorbo inútil que multiplicado por un millón, cabe perfectamente en la mini tarjeta de memoria de un móvil convencional, de hoy en día.

He traído libros, los más antiguos de mi existencia a mi casa, apenas son dos bolsas, con lo que costó acumularlos, pero exceptuando dos tomos que tengo recuerdos de mis abuelos cuando me fueron regalados, el resto no significan nada, a ver que destino les doy, que sea digno, una biblioteca de pueblo, o algo, donde algún niño, pueda quizás momentáneamente emocionarse, como yo lo hice en su día. Difícil tarea.