Clima monzónico que nada bueno presagia.

in #spanish3 years ago

image.png

Fuente

La vi en el centro comercial, literalmente casi me embiste con su carrito. Llevaba unos de esos metálicos que siguen siendo opcionales, aunque la mayoría usemos esos pequeños, tan leves y tan fáciles de llevar, lo más adecuado para mantener la distancia mínima de seguridad y sobre todo los olores, que oléis mucho en verano, que todo hay que decirlo.

La chica, sería de mi edad, quizás más joven, me llamó la atención por su pelo, casi blanco recogido en un moño, donde sobrevivían restos de un rubio ceniza que abandonó, hace tiempo. Su rostro a pesar de eso, era juvenil, su figura esbelta, y su velocidad endiablada, desapareció tan repentinamente como apareció.

Yo, andaba enfrascado en uno de mis clásicos de supermercados, cuando da de sí el tiempo. Exactamente, la búsqueda de la crema de zapatos perfecta. De momento, el supermercado, me lo estaba poniendo muy fácil, no estaba en ninguno de los lugares que suele estar, por lo cual, me decidí repasar de nuevo, los cuatro pasillos dobles de no alimentación.

Al doblar uno de las góndolas que presiden los lineales, la vi de nuevo. Zapato plano, buena estatura, pero piernas gordas, como de porqueriza holandesa, en el caso que exista eso, no sé, yo lo veo o lo he visto en algún lado, entendedme. Al acercarme puede cerciorar que las piernas, eran inminentemente masculinas, tan masculinas, que portaban más vello que el que yo podría portar.

Se ve que al igual que las canas, formaba parte de un proceso de transformación reciente, empoderamiento que lo llaman, puesto que los pelos, se veían aun gruesos y dispersos, como si fueran las piernas de Monchito, el ínclito delator de José Luis Moreno. Una oleada de repulsión y desagrado, me recorrió el cuerpo. De la crema de calzado, ni la más mísera pista.

Ya harto de dar vueltas por el supermercado, enfilé la zona de cajas, por defecto, suelo ir a la primera, la más cercana a la entrada del comercio, suele ser la menos poblada, no fue el caso de hoy, por lo que reculé y fui a comprobar como estaba el tema del resto de cajas en su verde parpadeante de apertura u cierre.

Poca gente en la caja escogida, prácticamente la chica de pelo blanco y pelo hirsuto en las piernas, se movía con una naturalidad de felicidad con su estado, fantaseé con la posibilidad de que bajo la cobija, llevase un incipiente bigote, presa del estupor comprobé que la erección fue instantánea. ¿Cómo puede algo darme tanta repulsión y a la vez excitarme tanto? No lo entiendo, pensaba mientras pagaba la compra.

Acarreé con pesadez, la compra hasta la casa, imbuido en esa humedad del 80 por ciento o superior que está haciendo este verano de Málaga, totalmente insoportable. Imaginé por un momento el sexo con ella, con este calor, sin aire acondicionado, su pubis peludo y sudoroso exudando su olor a mar Cantábrico sobre mi apéndice nasal, presto a curiosear entre la maraña de pelo y llegar al calor de sus labios.

Me masturbé furiosamente al llegar a casa, el teléfono no paraba de sonar insistentemente, mi mente estaba fundida en blanco, el blanco de ese pelo que imaginaba luchando por tapar el tatuaje entre sus senos, tan blancos.... Mierda, estoy perdiendo la cabeza.

Sort:  

Este post ha sido votado por el equipo de curación de Cervantes.