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Aunque todavía estemos a mitad de camino, más pronto que tarde la conducción autónoma alcanzará el Nivel 5, que quiere decir que los vehículos podrán desplazarse sin el control de una persona y ni siquiera tendrán volante.
Cuando llegue este momento los vehículos tendrán que tomar decisiones quasi humanas, cuando sea imposible salvar a los ocupantes sin perjudicar a otros ocupantes de la vía sean éstos peatones, ciclistas o cualquier otro vehículo.
El ejemplo más conocido el de un tranvía circulando por una vía en la que hay cinco personas atadas a los railes, el maquinista tiene la opción de cambiar de vía pero en la otra vía hay 1 persona atada y hay que tomar una decisión porque el tranvía no se puede parar.
Un grupo internacional de científicos se ocupan en estudiar como hace el cerebro para tomar este tipo de decisiones, colocándoles a los pacientes un casco repleto de electrodos para confeccionar un encefalograma que les permita analizar el proceso.
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Este encefalograma se hizo a 41 pacientes a los que se les planteó el problema del tranvía con distintas variantes en el número de personas en una y otra vía, mientras registraban sus ondas cerebrales.
Luego compararon estos patrones con otros de decisiones sin carga moral y descubrieron que un tipo de ondas llamadas ondas cerebrales lentas (delta, theta y alfa) ejercían mayor peso en la toma de este tipo de decisiones.
Según parece estos científicos tienen la sana intención de estudiar el proceso de toma de decisiones de este tipo en los humanos para aplicarlo posteriormente a los vehículos autónomos una vez se alcance el tan ansiado nivel 5.
Pero todo esto, en mi humilde opinión, no tiene mucho sentido puesto que el cerebro humano tiene muy poca información objetiva para tomar una decisión tan importante.
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Si partimos de la base de que el maquinista no conoce a ninguna de las personas implicadas, la única información algo objetiva que puede obtener es el sexo, la edad y poco más, el resto de la decisión la tomará en función de su educación socio-religiosa y sus prejuicios.
El tranvía autónomo identificaría a todas las personas y sabría no solo su sexo, edad, nacionalidad, tendría acceso al historial clínico de cada una de ellas y podría estimar la vida que les queda a cada una, sabría si deja viuda y 4 hijos pequeños o es un bandarra que se lo gasta todo en copas, etc, etc.
Aquí es cuando el ser humano tiene que intervenir y entrenar al monstruo para que tome la decisión correcta en base todos los datos obtenidos y a los criterios de un comité de sabios que se introducirán como parámetros en la red neuronal.
Más información:
https://www.agenciasinc.es/Noticias/Como-tomaran-decisiones-morales-los-vehiculos-autonomos
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A la final son decisiones humanas replicadas en una máquina y eventualmente se cometerán errores.
Sí, pero al menos las redes neuronales aprenden de sus errores al contrario que nosotros.
Creo que la toma de decisiones de los vehículos autonómos va a generar mucha polémica, en la que prefiero no entrar, pues parte de ella ya se ha producido con el covid-19 y seguirá dando mucho que hablar en el futuro. El futuro, viendo tus entradas, parece que lo tenemos a la vuelta de la esquina y al final, adoptando un papel objetivo más que pesimista, no puedo dejar de preguntarme cuál va a ser el precio a pagar. Saludos
Creo que todo esto nos supera, tal vez yo peque de optimista pero si no son 20 son 30 años pero llegará y mejor que lo discutan antes de ponerlo a andar.
Además, no solo cambia la tecnología, la forma de pensar de la gente 20 o 30 años más joven que yo no tiene nada que ver con la mía en cuanto a estos temas, estos no dudan en salvar un gato antes que a tí. ;-)
Ciertamente, amigo. Tú lo has dicho