Sociedades líquidas, la (post)modernidad.

in #spanish3 years ago (edited)

Hola, estimados amigos de Hive, especialmente los que escriben en castellano. Este texto tiene sus bases en la teoría de Bauman, a través de la misma pretendo exponer mis ideas sobre las relaciones sociales modernas en una sociedad que crece y se sustenta en conexiones de redes tecnológicas, cuyo anclaje es la estricta soledad a la que nos condenan.

¿Por qué “Líquido”?
Los líquidos y los gases tienen la cualidad de la fluidez, que los distingue de los sólidos porque son elementos con forma definida y fija, mientras que los primeros sufren continuos cambios y no conservan con facilidad su forma. En este sentido, las “cosas líquidas” no se atan de ninguna forma al espacio ni al tiempo, son libres de fluir por donde quieran, pero siempre de manera momentánea. Los sólidos claramente no cuentan con la libertad de fluir y no se desplazan con facilidad, son fijos y tienen una forma definida y son perdurables: sí ocupan un espacio y un tiempo.
Una introducción a la Teoría de la Modernidad Líquida


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Zygmunt Bauman, una de las mentes más intelectuales del siglo XX, nos advirtió desde hace 20 años sobre aspectos, tanto sutiles como claves, del derrumbe de los cimientos, de la fragmentación, de la lógica social que tilda el destino de las relaciones humanas bajo la soledad del hombre; así, el vínculo humano por excelencia, fundamental, que es el amor, también se erosiona y se diluye entre la incertidumbre de la debilidad humana y la paradoja de ganar-ganar; si no hay ganancias, “la sociedad” se termina; conclusión, las relaciones, sentimentales hasta las familiares, pasando por las amistadas, se fundan en el costo-contra-beneficio en una sociedad que se diluye a la velocidad de las redes mal llamadas, sociales.

Sé como el agua, fluye, si estás en una botella, tendrás su forma; no te detengas, déjate correr, deja atrás y da paso. Estas son ideas muy arraigadas en la sociedad de hoy, que se autodenomina “moderna”; pero si nos tomamos el tiempo para reflexionar puede parecer una contradicción, porque no detenerte, negarte a devolverte, es negar la imperfección como parte fundamental de lo humano; la posibilidad de corregir, de perdonar; la imposibilidad de replantear metas en base a lo que no salió como pensábamos; la necesidad de reflexionar sobre los vínculos humanos que fundamentalmente tienen otra naturaleza, diferente a la del agua.

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Si nos empeñamos en sostener que podemos fluir todo el tiempo, como una llave perennemente abierta, corremos el riesgo de quedarnos solos, y la consciencia de este hecho pone en evidencia nuestro desatino al pensar que estar solos nos ahorra las molestias de quedarnos a entender una determinada situación; porque la vida líquida, la vida que fluye a torrentes, nos convierte en dueños de nada.

Pensar la vida a tal velocidad implica la dilución de las responsabilidades que ayudan a forjar el carácter, el temperamento y la fortaleza hacia los bienes no desechables, los compromisos, la permanencia, los planes a futuro, que revisten de sentido nuestra existencia, nuestro paso por este mundo.

Las relaciones sentimentales no escapan a esta debacle, el ejercicio de la sexualidad, divorciada de los vínculos que la revisten de cierta seguridad y permanencia, como el amor, se basan en gratificaciones de momento, efímeras, débiles, desprovistas de promesas y planes a futuro, lo cual no conduce a la legitimación de la autonomía; sino a la legitimación de la soledad, de la debilidad a tomar decisiones que involucren más allá del espejismo del placer.


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En definitiva, el hombre que fluye en la sociedad líquida, postmoderna, sin contención de su propia naturaleza, desobedeciendo los más prístinos y fundamentales principios de la identidad humana, tratándose como extranjero en su propia vida, negado a hacer un insight de su solitaria autonomía, no es más que un viajero replegado al torrente de su propio des(a)tino.

Al igual que Bauman, pienso que en algún momento las sociedades deben volverse hacia la implosión de sus propios fenómenos, y el hombre, como portador de la esperanza a la que refiere Savater, sujetador de actos sencillos como plantar un árbol, leer un libro o amar, dará un vuelco definitivo a su propio eje que ocasionará el derrumbe del imperio líquido, carente de raíces.

Espero que después de haber leído este texto, te interrogues acerca de lo refractario que puede significar lo que estamos haciendo con nuestras vidas, impidiendo el acceso de motivos para continuar en solitario, en medio de una marea de contrariedades; así que cuando pienses, por ejemplo, que el círculo y el cuadrado son diferentes y aparentemente irreconciliables, dadas sus características topográficas; piensa que ambos (masculinos) son figuras geométricas (femeninas); es decir, son elementos de una misma clase.


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Referencias.

El hombre de la sociedad líquida y los desafíos de la educación actual

Fernando Savater

Zygmunt Bauman

Una introducción a la Teoría de la Modernidad Líquida

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