Qué bueno es tener la capacidad de alegrarnos por los logros de otros, es una manera de multiplicar nuestra dicha y además habla bien de quienes somos. Pero es beneficioso para el individuo que genuinamente comparte ese sentimiento, que el cerebro acepta como propio y nos llena de bienestar, si por el contrario, se experimentan emociones negativas como la envidia o la frustración, independientemente de lo que digamos, nuestra desdicha también se multiplicaría y se perjudica nuestra salud.
Cuando cultivamos amor propio, tenemos la autoestima y la seguridad suficientes para celebrar las victorias de los demás sin ningún tipo de reserva y es algo tan placentero porque se disfruta como si fuera propia, además esta empatía nos acerca a las personas que apreciamos y ayuda a construir relaciones humanas saludables y satisfactorias.
Además, cuando te alegras del éxito ajeno, te acercas más hacia tus propias victorias. Recibes lo que das, y esa buena energía atrae lo positivo a tu vida, te conecta con la abundancia y te lleva hacia lo que deseas. Si criticamos a los demás o sentimos molestia por lo que logran, entonces el mensaje será que nosotros no merecemos que cosas buenas nos sucedan e inconscientemente las alejamos. Es importante ser coherentes en la vida para alcanzar nuestras metas, así que tanto lo que pensamos, sentimos y hacemos, debe alineado, por lo que al recibir con agrado el éxito de otros, lo atraeremos a nosotros.
Muchas veces al actuar de forma automática, ni siquiera notamos cómo reaccionamos ante este tipo de eventos, incluso hay quienes no tan sólo no se alegran, sino que disfrutan el fracaso de los demás, probablemente porque los hace sentir menos miserables, lo que es peor; así que en primer lugar deberíamos revisar nuestras reaccionar en las diferentes situaciones que se van presentando y si no lo hacemos de manera apropiada, revisar qué nos está pasando y tener un diálogo directo con nuestro ser, de manera de canalizar lo que sea que nos esté molestando.
Cuando logremos identificar las actitudes que nos gustaría cambiar, entonces podemos empezar a sustituirlas una a una, para así ir construyendo el hábito de alegrarnos por los demás. Creo que funciona de forma similar a cuando te dicen que cuando te sientas mal, te rías aunque no tengas ganas, porque el cerebro al final igual lo asociará con alegría y generará en tu cuerpo la reacción para ese estado. Después de un rato, te saldrá de manera natural. Vale la pena intentarlo ; )
Sueña todo lo que quieras, haz todo lo que te atrevas, llega tan lejos como puedas
Me siento feliz y agradecida de tener este espacio en el que compartir Mis reflexiones antes de dormir.
Gracias a todos los que lo hacen posible y a ustedes que dedican tiempo a leerme.
La fotografía mostrada es de mi propiedad.
Edición con la aplicación PhotoCollage.
Emojis hechos con Bitmoji.
Separador elaborado en PowerPoint.
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