Una vez un pino Pi y un poste Po

in #spanish4 years ago (edited)

Hola, Amigos, es un gusto estar nuevamente con ustedes.

Les traigo por acá un cuento:

Una vez un pino Pi y un poste Po

Contaban los ancianos de un lindo pueblo, llamado La Plazuela, que una vez tuvieron un gran poste de electricidad que dominaba, desde lo alto, toda la plaza principal donde se hallaba sembrado. Un día, alguien llevó un pequeño pino que fue plantado en la misma plaza cerca del poste, y este, cuando en la noche alumbraba con su incandescente faro amarillo, veía allá abajo al pequeño pino y pensaba en lo frágil que era.
—Algo con un tamañito así tan diminuto, no resistirá mucho tiempo —se decía y el pequeñito pino apenas como un mínimo punto verde en el suelo sonreía mientras se inclinaba para mirar al gran poste.

Era un pino muy verde y hermoso que todos se detenían a contemplar, cosa que él agradecía y disfrutaba grandemente, hasta parecía mover sus pocas ramas con alegría, sobre todo cuando en domingo iba la gente con sus niños a la plaza a comer helados y a jugar por todos lados.

A medida que pasaban los días el pequeño pino se esmeraba en conocer todo lo que tenía cerca, se sentía feliz con cada cosa nueva que veía, observaba las hormigas, las mariposas, las aves, el pasto, los perros, la gente que pasaba, el viento que movía sus ramas, el sonido de las hojas secas cuando la brisa las arrastraba, uff, tantas cosas interesantes, que apenas tenía tiempo para fijarse en aquel poste que desde allá arriba, le observaba apuntándole con su luz cada noche.

—Hola, soy Pino, ¿y tú? —le dijo una noche el arbolito al poste.
—Pues supongo que soy Poste, pero llámame Po y yo te llamaré Pi, ¿te parece?
—¡Claro, me encanta!

Y era que todo le encantaba al arbolito, era feliz disfrutando cada detalle de cada cosa, sin apuro, con inquietud y calma a la vez, descubriendo cosas nuevas muy interesantes en cada altura que iba alcanzando, porque, obviamente, nuestro arbolito estaba creciendo, sus ramas aumentaban en tamaño, cantidad y belleza, haciéndose más tupidas y esbeltas, en realidad todo él era una preciosidad y se tornaba más bello cada día, mientras el poste Po, seguía mirándole desde arriba.

Un día el poste Po, que no sabía que aquellas cosas tan mínimas crecían como la gente, pues cuando él llegó a la plaza todos los arboles ya habían alcanzado su tamaño máximo, notó que el arbolito estaba mas alto, se imaginó que tal vez algo se le había descompuesto y amablemente le planteó una posible solución:

—Oye, Pi, pronto vendrán a hacerme un trasplante de bombillo debido a algunas dificultades que tengo en ese lugar, tal vez sea bueno que aproveches la visita del técnico de bombillos para que te vea —le propuso a Pi, mientras este le escuchaba atentamente, además le explicó que luego de quitarle el bombillo viejo, no alumbraría la plaza ni podría ver absolutamente nada pues se mantendría dormido hasta que le colocaran el nuevo faro y no sabía cuánto tiempo estaría así, entonces era mejor que a Pi le viera el especialista antes del trasplante.

Como todos sabemos los postes solo están despiertos de noche, de día siempre duermen, cuentan que el sol les hace dormir al amanecer y de noche la luna les despierta, hay quienes comentan que cuando vemos un poste encendido de día es porque la luna también está en algún lugar del cielo.

Pi continuaba escuchando asombrado y atentamente a Pö, pero sin entender por qué el técnico de bombillos debía verle también a él si se sentía tan bien y era tan feliz, así que finalmente le agradeció sonriendo y a se dedicó a mirar su plaza, eso era realmente importante y no quería perderse ni uno de todos aquellos acaecimientos.

En los días siguientes el pino Pi y el poste Po, estuvieron conversando de sus cosas, sus metas, proyectos sueños, el poste le decía que solo deseaba seguir alumbrando la plaza del pueblo, que su labor era muy valiosa para las personas y animales que andaban por ahí y era esa su meta, algo que disfrutaba muchísimo y quería hacer por siempre. Decía que para eso había sido hecho. El pino le escuchaba y le comentaba que él solo deseaba mecerse con los vientos más fuertes, bañarse con las lluvias mas heladas, que los pájaros y mariposas se posaran en sus ramas, alcanzar las alturas más elevadas y hasta ir mas allá, definitivamente para eso había sido hecho, le decía al poste, quien al escucharle, reía y le decía, «Pero ten presente que el límite es el cielo, es eso azul que ves allá arriba».

Una mañana, muchos días después, llegó un camión, hizo algunas maniobras y se estacionó casi pegado al poste, era el técnico de bombillos, Pi y Po estaban más atentos que nunca, el hombre sacó una larga escalera, la apoyó en el poste, subió hasta el bombillo, movió cosas aquí y allá y después de un rato, listo, le extrajo el gran faro a Po, luego bajó y se fue. Po ahora no despertaría, Pi no sabía por cuánto tiempo y tal como Po había dicho, esa noche la plaza ya no estuvo iluminada por su potente rayo de luz, sin embargo la luna alumbraba esplendorosamente cada cosa en la que se posaba y el pinito, como siempre, disfrutándolo todo, mientras contento le decía al poste «Duerme tranquilo, aquí estaré».

Pasaron los días y el poste seguía durmiendo, el pino un poco mas grande sabía que Po necesitaba el bombillo para despertarse, pero algo pasaba pues habían pasado muchos días y el técnico no llegaba con la nueva pieza, eso inquietaba mucho a Pi y le hacía estar más pendiente de quienes llegaban a la plaza, sobre todo de los vehículos con escaleras encima. Así pasó el tiempo y fueron muchos los domingos que los niños jugaron en la plaza, mucha la gente y animales que pasaron, mucha la lluvia y los vientos que el pino disfrutó, mientras su amigo, el poste Po, dormía tranquilamente.

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Una tarde, unas personas que conversaban sentadas en un banco de la plaza cercano al arbolito, comentaron que debían irse antes del anochecer porque ya no estaba la luz del poste, el árbol les escuchó y se mantuvo atento durante toda la conversación, de pronto les oyó decir que el nuevo bombillo ahora no era tan fácil de encontrar pues ese modelo ya casi no salía al mercado, hablaron de hacer una adaptación, para lo cual los trabajadores de la empresa del servicio eléctrico habían dicho que necesitarían herramientas apropiadas y otros dos o más técnicos, nuestro amigo, el árbol, no entendió, pero lo que sí le quedó claro fue que su amigo, Po, estaría durmiendo un buen tiempo más.

Nuevamente pasaron muchos días y muchas noches, el poste Po, seguía absolutamente dormido mientras el pino Pi, estaba cada vez mas inquieto y continuaba creciendo como queriendo alcanzar el cielo.

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Un día muy temprano, el vehículo del técnico de bombillos al fin regresó, se estacionó muy cerca de ellos y como siempre Pi se puso muy feliz, tanto que sacudió las ramas y al técnico le pareció raro pues había muy poca brisa. El árbol Pi estuvo atento a todo lo que sucedía: del vehículo bajaron como cinco personas, todos vestían igual, hablaban de cosas incomprensibles para Pi, pero logró captar una palabra que le hizo sacudir sus ramas de nuevo: alguien pronunció nada menos que la palabra mágica “bombillo” entonces PI se concentró mucho más en lo que sucedía abajo en el suelo, sí, en el suelo, pues ahora el pequeño pino se había convertido en un grandísimo y hermoso árbol mucho mas alto y ancho que su vecino, el poste Po.

Las personas que llegaron, sacaron de nuevo una larga escalera del carro y al igual que la vez anterior no de ellos la apoyó sobre Po, esta vez dos técnicos subieron hasta alcanzar el lugar donde antes estaba el bombillo, uno de ellos desde arriba lanzó una cuerda con un gancho, los de abajo lo tomaron y engancharon una gran caja, los hombres de arriba tiraron de la cuerda y cuando tuvieron la caja al alcance, la abrieron para sacar un reluciente y mucho mas grande bombillo nuevo para Po.

Los técnicos de arriba quitaron muchas cosas, colocaron otras, movieron y cambiaron piezas aquí y allá, estuvieron un buen rato haciendo tantas maniobras que Pi ya no sabía qué pensar, estaba alegre y a la vez preocupado, los trabajadores después unos largos minutos para Pi, lograron colocar el bombillo en su lugar, Pi, no dejaba de mirar el bombillo de Po a ver si despertaba, pero no, Po seguía durmiendo.

Los dos hombres al fin bajaron de la escalera, al llegar abajo, uno dijo que esa noche la plaza estaría nuevamente iluminada, al escucharlo, Pi sacudió mas que antes sus ramas por la alegría.

—Es cierto —se dijo con alivio —Po solo enciende su luz de noche, debo esperar a que anochezca para que despierte.

Los minutos para Pi eran interminables, apenas había pasado media hora, pero habia sido un siglo para Pi, la gente, los animales, la brisa de la plaza ya no le llamaban la atención, ni siquiera el cielo nublado por la lluvia que se aproximaba, él solo estaba concentrado en el bombillo de Po, esperaba con ansias a que despertara para contarle muchísimas cosas que habían pasado en la plaza mientras dormía.

Comenzando la noche, ya Pi apenas controlaba sus nervios, se preguntaba si todo había salido bien, si el trasplante fue exitoso, si esa sería la pieza correcta, si en realidad Po iba a alumbrar de nuevo la plaza, en fin, se preguntaba mil cosas.

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De pronto el bombillo de Po se encendió e iluminó toda la plaza, era como una luz mas blanca y menos caliente, inmediatamente el poste busco allá abajo, ahora podría alumbrar mejor que antes y mucho mas lejos. Trataba de encontrar a Pi, miraba cada sitio de la plaza, pensando que quizás lo habían cambiado de lugar, porque donde estaba antes ahora había un gran árbol sacudiendo las ramas como si estuviera loco, pues no había brisa para tanto.

—¡Poooo!, gritó Pi, ¡al fin despiertas! —Pero Po no parecía escucharle, estaba concentrado en el suelo buscando a Pi.
—¡Po, soy yo, Pi! —Al escuchar el nombre de su amigo, Po notó con asombro que quién hablaba era aquel inmenso árbol que tenía frente a sí.
—¡¿En serio eres Po?!
—¡Claro, soy yo!, qué alegría que estés despierto, tengo muchas cosas que contarte, Po, han venido los pájaros, las mariposas, ha llovido, ha salido el sol y ha habido vientos fuertes y brisas suaves, también han vuelto personas niños y animales a pasear, a jugar y a contar muchas historias.
—¡Caramba, Pi, en serio has crecido!
—SI, y me falta todavía, quiero ir mucho más allá.
—Recuerda que el límite es el cielo, ─le decía─ no puedes ir más allá, nadie puede ─Y el gran pino se doblaba delante del poste.
—No entiendo algunas palabras que dices —le decía, —yo te hablo de lo que está en mí, de mi naturaleza, esa naturaleza que soy son también mis sueños y debo hacer lo que vine a hacer, iré donde deba ir allá arriba, pero también aquí estaré contigo, Po. —Y Po, entendió y le sonrió.
—Claro, crece, amigo ve con tus sueños, para eso estamos hechos y Po siguió alumbrando la plaza mientras Pi seguía creciendo, y así los años pasaron y fueron inseparables amigos por siempre.

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Bien, amigos, gracias por estar ahí, fue un gran gusto.

Hasta una próxima oportunidad.

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(todas las imágenes y la historia de este post son de mi autoría)

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