El camposanto al que yo iba a rezarles a mis antepasados ha quedado infectado por una fuerza profana. Mis oraciones se vuelven pesadas en mis labios y manos y me hacen sentir una sensación de incomodidad. Hay susurros que me invocan por las noches, me secuestran y luego me transportan a sueños abisales donde al principio hay solo oscuridad.
Mi alma desfallece al sentir un aura que me deshabilita, posicionada en la cumbre de una montaña inexplorada. Una voz, que me provocó una especie de trastorno combinado de pánico y consuelo, me llamó. Caminé por terrenos desconocidos y horribles buscando su origen, al interior de esa montaña.
El camino se hacía cada vez más borroso, conforme avanzaba. Las líneas de luz emanadas de la luna desparecían por completo, tragadas por las tinieblas. Tropecé varias veces con rocas en el suelo, pero eso no me detuvo; era como si mis pasos fuesen controlados por una fuerza ajena a mí. Sabía en mi conciencia que dicha fuerza era perversa, por el lugar al que quería llevarme.
Finalmente llegué, sin darme cuenta siquiera, al destino que cambiaría mi vida. Él vino a este mundo a sorber la vitalidad de todo lo vivo. Llegó en un carro de fuego blanco creado por estrellas. Vestía de capa verde, portando una máscara, de aspecto muy perturbador. En un instante, se alejó de su recinto y comenzó a caminar por el lugar.
Yo no sentía miedo, ni alivio, ni tristeza, ni felicidad, ¡no sentía absolutamente nada! Era como si mi cuerpo fuese despojado de toda emoción en sí. Quería gritar, pero no podía. Quería llorar, pero con esfuerzo en vano. ¡Oh juro que sentí un chispazo en mi estómago al ver que se acercaba!
Era alto, quizás muy delgado. No tenía pies, no podía verlos por debajo de su túnica, tampoco pude ver su grotesca mano cuando la acercó a mí. — ¡Oh Dios quiero despertar!— Me decía en ese momento, ya que para mí era una pesadilla cruel y espantosa.
Cuando su mano me tocó, no pude explicar tal sensación; era como un dolor, pero no uno común, sino más bien como una… sustracción. Era como si te arrancarán todo, todo de ti. No puedo decir que era espantoso, puesto que no era tormentoso, pero si era terrible, puesto que todo dentro de ti lo perdías.
En ese instante, creo que me desmayé, vi que todo se ennegreció. Y desperté en mi cama con la luz sobre mi rostro y mis ojos desorbitados. Pensé en ese sueño todo el día. Miraba a las puertas como portales transdimensionales donde ese ser podría volver a aparecer. Cada noche tengo miedo de volver a dormir, porque pienso, que aquella criatura algo quiere de mí.
Ilustración
Muchas gracias preciosa.
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