La tarde se cubría de penumbra mientras el cielo se cerraba como un portal. Yo veía aquel fantástico acto como un niño maravillado por un evento teatral. Desde mi ventana tomaba el café amargo por falta de endulzantes y observaba. Los cielos de Sanibia eran hermosos, pero letales, puesto que los tóxicos químicos que tomaron la atmósfera apuntaron hacia las cosas hermosas que los seres humanos admiramos, ahora estamos al borde de una fatalidad inminente.
Aunque sabía que mis sueños eran imposibles, me hundía en ellos para escapar de mi realidad. El niño dentro de mí salía hacia los exteriores, aventurándose jugando con sus aviones de combate. Fantasea con ser un soldado, un piloto de avión del ejército; volando hacia lugares inhóspitos y peligrosos, empañando sus ojos con bellezas exóticas e inigualables. Conociendo naturalezas extrañas causadoras de martirio o no. Esa era la vida que él creía merecer.
Dentro de mí gritaba sonriente, como si nada de lo que vivo en este confinamiento estuviese pasando de verdad. Sentía que estaba en dos realidades alternas; la primera, donde estoy yo, llorando y anhelando un poco de libertad. La segunda, la del niño, jugando y riendo en las afueras con aventuras en zonas que solo su imaginación sabe. Aunque me regocijo de saber que él es feliz y nada le falta, mi “Yo” formal se quiebra con dolor.
IlustraciónNosotros los humanos hemos sido condenados a soñar y a no vivir lo que soñamos, recluidos en estas pequeñas colonias llamadas “Dominas”, a perecer de melancolía y nostalgia. La libertad es un soplido de la muerte. Una idea vana que puede causar la peor perdición ¿Esta será nuestra vida de ahora en adelante? No puedo dejar de repetirlo, no puedo… ¡No puedo!
No nos queda de otra que admirar aquellas luces en el cielo que parecen estrellas, pero en realidad no lo son; aquellos son satélites, que según los “Dominus”, mantienen nuestra seguridad. Aunque mi cuerpo esté encerrado, activo mi imaginación y la catapulto más allá del universo, donde de verdad hay luceros y constelaciones hermosas de diferentes colores, formas y elementos.
Esperando en mi ventana, escucho a la puerta, mi hermano finalmente ha llegado a casa, con noticias verdaderamente sorprendentes, y quiere… que también sea parte de ellas.
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Cuando la naturaleza se muestra o defiende a veces da miedo tanta belleza que puede dañar. Saludos
Entre lo bello puede haber algo cruel, es la regla de todo equilibrio. Saludos @erilej
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