El trato de la obsesión [Relato] / The treatment of obsession [Story]

in #spanish4 years ago

Ilustración

Versión en español

Los días cada vez se vuelven más turbios. Cada vez tenemos pensamientos nuevos, aunque nos transmiten muchas ideas favorables que podemos poner en práctica, otros, solo nos causan una poderosa ansiedad, que es enfocada por nuestras mentes hasta convertirse en una nefasta obsesión. Algunas personas tienen la capacidad de controlar tales trastornos, pero otras en cambio, no se sienten hábiles para superar las fuerzas externas que los controlan. Quizás sea una aseveración que para algunos seres humanos, ocupar el tiempo en ciertas cosas anti rutinarias en su encaje sea algo imposible, y cometan actos atroces a sí mismos.

La historia de Jorge se refiere más que todo a esto, a una obsesión no controlada. Él vivía solo en una casa pequeña de cerca de los rancheríos de Cantub, obligado a ser recluido en su hogar hasta un nuevo aviso por parte de las autoridades. Su entretenimiento diario le confería una paz consoladora, el cual consistía en mantener sus pequeños huertos y animales. Poseía gallinas y crías de cerdos, que había comprado a buen precio, y diversidad de cosechas comestibles como: papas, apios, zanahorias, tomates y aguacates.

Su pequeña granja era el centro de su vida ya que Jorge era divorciado con 45 años y no tenía pareja ni ligue alguno. Sus dos hijos; Ernesto y Luis, ya hombres grandes con sus propias familias viviendo en la ciudad capital de la provincia, a 108 km de los rancheríos donde Jorge tenía su residencia. Poseía todo lo necesario en un hogar amueblado: electrónicos, muebles, herramientas para una cocina. Todo lo importante, pero su atención estaba enfocada únicamente en sus pequeños huertos, siendo estos los pedestales de su vida.

De repente, una epidemia regional comenzó a expandirse poco a poco por toda la provincia, se decía que se trataba de una infección que corroía la tierra y la envenenaba. Tal perversión se expandió debido a las múltiples distribuciones de plantas infestadas que fueron plantadas en terrenos sanos, y dicho veneno comenzó a mancillar la tierra hasta hacerla inutilizable. Lamentablemente la pequeña granja de Jorge tampoco se salvó, debido a que había plantado unas semillas nuevas de apio que había comprado por internet, las cuales, estaban corruptas y así fue como todo su huerto murió.

Solo quedaron sus gallinas y pequeños cerdos pero ya no era lo mismo, con todo su suelo muerto sentía que había perdido buena parte de su vida y aquello lo golpeó demasiado. Y aunque el brote de corrupción que mataba la tierra había sido parado, él no pudo recuperar sus huertos y eso lo empujó a una particular depresión.

La depresión se fue transformando en una inhóspita ansiedad, hasta convertirse en una pureza de brutalidad compulsiva. Ese vacío que había dejado su huerto, que no podían llenar sus animales, comenzó a taparlo con una extraña obsesión consigo mismo. Al principio era una monomanía dócil, pero luego, inesperadamente comenzó a convertirse en una obcecación que se elevaría hasta el grado de la perturbación.

El país fue condenado a un toque de queda debido a violentos ataques a la Capital del país y otras regiones, especialmente a políticos no queridos por la popularidad. Las autoridades con carácter severo y extremadamente aplicado, desde las grandes ciudades hasta los pequeños pueblos, obligaron a los civiles a permanecer en sus hogares sin tregua alguna; es así como Jorge quedó confinado a su hogar por varios días, y al no tener su huerto, se ocupaba poco de lo que tenía en sus terrenos.

Su reclusión empeoró su obsesión a sí mismo de manera gradual, y comenzó por modificar imperfecciones que había en su piel. Una que otra verruga o espinilla pasaban por sus manos, aunque Jorge no lo hacía para mejorar su aspecto sino, más bien, para alimentar su ansiedad. Era un medio terapéutico que usaba para calmarse, como el cuidado de su huerto. Sin embargo, aquello se había convertido en un trastorno que fue deteriorándolo poco a poco.

Comenzó con pellizcos en su piel, rasguños y otras ofensas a su cuerpo que le provocaba lesiones. Pronto, Jorge no podía detenerse y comenzó a escalar niveles perturbadores. Utilizaba puntas de tenedores, cuchillos y hasta ralladores de queso que se pasaba por todo el cuerpo. Por cada herida que se ocasionaba era como si un pedazo de su alma hubiera alcanzado el sosiego, desangrándose en placidez como un loco desdichado.

Días después, el toque de queda había sido derogado, y las personas podían salir de sus casas con absoluta tranquilidad. Una vecina amiga de Jorge, que tenía días sin verlo, decide visitarlo llevándole un postre que ella misma preparó. Al llegar al frente de su casa notó que todo estaba en total silencio y la puerta medio abierta. Indiscreta decide entrar, y al ver al interior, vislumbra con horror líneas rojas sobre el suelo que dirigían a una criatura con espantosas heridas abiertas, cubierta de sangre y con una sonrisa en su rostro.

Jorge se había convertido en un monstruo, ni cerca de una abstracción humana. La mujer al verlo, no tardó en llamar a emergencias y en un momento se lo llevaron, cubriendo sus heridas. Pasó por psicólogos que diagnosticaron que Jorge padecía “dermatilomanía”; una enfermedad mental donde el que la padece tiene la obsesión compulsiva de causarse a sí mismo lesiones graves en su piel.

La obsesión progresiva de Jorge lo devoraba debido a su poderosa ansiedad. Sus huertos aún lo llamaban desde las profundidades de un mundo inhóspito y suplicaban sus cuidados otra vez. Y aunque él no pudo remontar su oficio nuevamente, quedó allí, lastimándose así mismo para así calmar el dolor de su nostalgia.

English Version

Illustration

The days are getting murkier and murkier. Each time we have new thoughts, although they transmit many favorable ideas that we can put into practice, others only cause us a powerful anxiety, which is focused by our minds until it becomes a nefarious obsession. Some people have the ability to control such disorders, but others do not feel able to overcome the external forces that control them. Perhaps it is a statement that for some human beings, occupying time with certain anti-routine things in their lace is impossible, and they commit atrocious acts on themselves.

Jorge's story is mostly about this, an uncontrolled obsession. He lived alone in a small house near the ranchers of Cantub, forced to be confined to his home until further notice from the authorities. His daily entertainment gave him a comforting peace, which consisted in keeping his small gardens and animals. He owned chickens and pigs, which he had bought at a good price, and a variety of edible crops such as: potatoes, celery, carrots, tomatoes and avocados.

His small farm was the center of his life since Jorge was divorced at the age of 45 and had no partner or fling. His two children; Ernesto and Luis, now grown men with their own families living in the capital city of the province, 108 km from the ranchers where Jorge had his residence. He had everything necessary in a furnished home: electronics, furniture, tools for a kitchen. Everything important, but his attention was focused only on his small gardens, which were the pedestals of his life.

Suddenly, a regional epidemic began to spread little by little throughout the province. It was said that it was an infection that was eating away at the soil and poisoning it. Such perversion spread due to the multiple distributions of infested plants that were planted in healthy lands, and such poison began to sully the soil until it became unusable. Unfortunately, Jorge's small farm was not spared either, because he had planted some new celery seeds that he had bought on the internet, which were corrupt and that's how his whole orchard died.

Only his chickens and small pigs were left but it was not the same, with all his dead soil he felt that he had lost a good part of his life and that hit him too much. And although the outbreak of corruption that killed the land had been stopped, he could not recover their gardens and that pushed him into a particular depression.

The depression was transformed into an inhospitable anxiety, until it became a purity of compulsive brutality. This emptiness that had left his garden, that his animals could not fill, began to cover it with a strange obsession with himself. At first it was a docile monomania, but then, unexpectedly, it began to turn into an obsession that would rise to the level of disturbance.

The country was condemned to a curfew due to violent attacks on the country's capital and other regions, especially on politicians unloved by popularity. The authorities, with a severe and extremely applied character, from the big cities to the small towns, forced the civilians to stay in their homes without any truce; that is how Jorge was confined to his home for several days, and not having his garden, he took little care of what he had in his lands.

His confinement gradually worsened his obsession with himself, and he began to modify imperfections in his skin. The occasional wart or pimple passed through his hands, although George did not do so to improve his appearance but rather to feed his anxiety. It was a therapeutic means he used to calm himself, like tending his garden. However, this had become a disorder that gradually deteriorated.

It began with skin pinching, scratching, and other offenses to his body that caused him injuries. Soon, George could not stop himself and began to climb to disturbing levels. He used fork tips, knives, and even cheese graters that were passed around his body. For every wound he inflicted, it was as if a piece of his soul had reached tranquility, bleeding out in placidity like a wretched madman.

Days later, the curfew had been lifted, and people could leave their homes in absolute tranquillity. A neighbor friend of Jorge's, who hadn't seen him for days, decided to visit him by bringing him a dessert she had prepared herself. When she arrived at the front of his house she noticed that everything was in total silence and the door was half open. Indiscreetly she decided to go inside, and when she saw inside, she saw with horror red lines on the floor that directed a creature with frightening open wounds, covered with blood and with a smile on its face.

George had become a monster, nowhere near a human abstraction. When the woman saw him, she quickly called the emergency services and in a moment they took him away, covering his wounds. She went to psychologists who diagnosed Jorge as suffering from "dermatitis"; a mental illness where the sufferer has a compulsive obsession to cause serious injuries to his skin.

Jorge's progressive obsession devoured him because of his powerful anxiety. His orchards still called out to him from the depths of an inhospitable world and pleaded for his care again. And though he could not go back to his craft again, he remained there, hurting himself to ease the pain of his nostalgia.