577

in #spanish3 years ago

El colectivo 577 de la línea de colectivos internacionales "El rápido" había partido desde la ciudad de Buenos Aires con rumbo a Lima, Perú. En medio del trayecto y a las 2 am, la conversora de la caja de cambios se rompió y debieron parar a un lado de la carretera a ver si podían solucionar la falla de alguna manera.

La mitad de los pasajeros estaban aterrados por el hecho de quedarse a oscuras en medio de una carretera en medio de la nada, con frío que hiela la sangre y con la incertidumbre de saber en dónde estaban parados. Mientras el chofer y el ayudante trataban infructuosamente de resolver la falla, los pasajeros veían aterrados cómo entraba por las ventanas abiertas y la puerta del colectivo una especie de bruma blanca que muchos asociaron a los espantos y fantasmas que cuentan los lugartenientes que en el lugar suelen asustar a los que transitan por allí.

"Son ánimas en pena", "Son materia que nos viene a succionar el alma"; eran algunas de las frases que se escuchaban decir dentro del bus. El miedo y el terror eran abrumadores. El llanto desesperado de algunos niños contribuían más al estado de paranoia.

Mientras la gente empezaba a perder la razón, un señor de unos 80 años y que nadie recuerda haber visto antes de subir al colectivo, se levanta de su asiento y se dirige a los pasajeros: "quédense tranquilos y esperen a que amanezca para que vean que todo lo que piensan y creen no es verdad". Las palabras del anciano transmitían tranquilidad y sosiego a las personas, que rápidamente vieron cómo los niveles de ansiedad bajaban.

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5 horas después los pasajeros despertaron y se acordaron de las palabras del anciano. Miraron por las ventanas y vieron el lugar donde se encontraban. Era un hermoso paisaje de montaña donde se respiraba un aire fresco que nunca habían experimentado. La bruma blanca que entraba por ventanas y puertas no era más que la neblina que dominaba el lugar. Así, rápidamente las teorías paranormales de la mayoría de los pasajeros se iban cayendo una a una.

Los pasajeros entonces se vuelcan en la búsqueda del anciano para darle la razón y agradecerle por las palabras de aliento y tranquilidad que contribuyeron a que la gente se calmara y pudieran conciliar un reparador pero corto sueño.

Para sorpresa de todos, el señor no estaba dentro del colectivo, es más, se le preguntó al chofer y ayudante y afirmaron que ningún pasajero con esas características había subido al bus en ese viaje. El misterio de aquel hombre aún retumba en la mente de aquellos atribulados pasajeros del colectivo 577.

La foto me pertenece y fue tomada hace 12 años camino al pico El Águila, ubicado en el estado Mérida, Venezuela, con una cámara digital HP de 5 MP.

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Me encantó la historia, también la fototgrafía