Hoy es un buen día

in #spanish3 years ago
Hoy es un buen día para empezar. Ni el lunes, ni el martes, ni la semana que viene. HOY. Estas palabras se la decía un padre a su hijo adolescente que no quería hacer nada por su vida. Desde hace un mes el señor estaba motivando a su hijo a que lo acompañara a salir a trotar todas las mañanas, pero siempre conseguía una excusa para no ir con su padre. Había abandonado la escuela por la burla que le hacían sus compañeros por tener sobrepeso. Si, le hacían bullying, ese término que está tan de moda en estos tiempos y que ha permitido visibilizar un problema muy antiguo y que todos en algún momento de la niñez y adolescencia, padecimos.

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Su papá le contaba, mientras trataba de convencerlo por enésima vez de que se despierte temprano a acompañarlo, que él de niño sufrió de muchas burlas y violencia física y verbal de sus mismos compañeros de clase y de grados superiores. Su apariencia fofa y debilucha lo hacía objeto perfecto para las burlas y ataques. Cuenta que su mamá, de verlo llegar a diario del colegio con la boca rota y con moretones en todo el cuerpo producto de las golpizas, lo sentó un día frente a ella y le dijo estas palabras: “si mañana vuelves a llegar golpeado, te voy a golpear a ti y te castigo, por debilucho. Enfréntalos y te darás cuenta que no te harán más daño ya que no les tienes miedo”.

Estas palabras de su madre lo hicieron enfermar tanto que no pudo ir al colegio por el resto de la semana. Su mamá lo tomó como una excusa para evitar a sus compañeros violentos, pero lo dejó tranquilo ya que le dio remordimiento por la escaramuza que le había dado aquella noche. Lejos de quedarse tranquila sin hacer nada, tomó a su hijo de la mano y lo llevó a la clase de Taekwondo que estaba a dos cuadras de casa, y habló con el Sabonim para que ese mismo día empezara a tomar clases. Le dijo: “Hoy mismo vamos a solucionar este problema. Vas a tomar clases para aprender a defenderte, HOY MISMO. NO MAÑANA NI LUEGO, HOY MISMO”. Y así fue, ese mismo día empezó a tomar clases con el instructor y le gustó los valores que el taekwondo transmite y enseña.

De más está decirles que ya a los 2 meses nadie se atrevía a meterse con el señor cuando era joven. Tanto le gustó esta arte marcial que se convirtió en tan poco tiempo en el mejor de su clase y nivel. Pero lo que más imponía miedo en los matones violentos no fue su capacidad de tirar golpes, sino su valor para enfrentárseles. El haber perdido el miedo lo salvó de las golpizas que le daban en el colegio.

Aún y con todo este discurso, su hijo haragán no se despertó temprano para salir a trotar con su padre.

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