Dedicado a Pedro Pinto Reyes (1932 - 2011)
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A mi abuelo con cariño
lo recuerdo,
pues él fue quien me levantó
desde el vientre de mi madre
ante la cobardía de mi padre.
De niña solía bailar conmigo
un vals que me hacía reír;
conmigo compartió su gusto
por la música,
y conmigo rara vez debatía
sobre temas trascendentales.
Su muerte lloré
aquella tarde de mayo,
en paz y rodeado de la familia.
Y lo sigo llorando
en esta época de Finados
aunque su tumba ya no visite,
aunque ore por él por un instante,
aunque ruegue que mi abuela viva en paz
y no en caos.
La alegría que tendría él
de haberse marchado de un mundo
cada vez más caótico;
la paz que ahora está teniendo
a pesar de sus defectos.